II

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—¡Arriba, arriba todo el mundo! ¡Se nos hará tarde para la visita al museo, así que todos en cinco minutos a la cafetería!—

La maestra parecía bien emocionada por la visita a un museo el cuál no era muy alegre que digamos. Me senté en la cama aún con los ojos entrecerrados y aturdidos por la luz que entraba en la habitación del hotel.

—Missa... ¿Te he dicho que odio que abras toda la cortina?— Tapé mis ojos con ambas manos.

—Oh, que pena.— Su sarcasmo me puso de mal humor —Ya a levantarse, dormilón, que para colmo tus ronquidos me dificultaron el sueño. Te espero en la cafetería.—

Escuché que se dirigió a la salida del cuarto y ahí cerró la puerta. Di un suspiro pesado aún queriendo dormir, pero si volvía a recostarme probablemente no despertaría hasta las 2 de la tarde. Hice la rutina de todas las mañanas, peinarme, ponerme mi gorro azul marino de Adidas, cepillar mis dientes y elegir el outfit más básico del mundo. Una playera negra con unos pantalones del mismo color ya me hacían sentir el chico más fashonista del mundo. Ah, y mi cadena dorada con la cruz era indispensable.

Luego de ponerme mis zapatillas, salí de la habitación sin ganas de nada. Mientras daba unos pasos por el pasillo, toqué múltiples veces los bolsillos de mi pantalón buscando mi teléfono.

—Pinche wey todo pendejo.— Resoplé para mi mismo.

Luego de esa queja, me di la vuelta para volver al cuarto y buscarlo, pero algo, o más bien alguien, se interpuso en el camino. Choqué mi cuerpo con la persona que estaba yendo en mi misma dirección, y casi se me cae la cara de la vergüenza al ver quien era.

—¡Wow, cuidado!—

—¡Lo siento!— Me apené, y quedé embobado viendo su rostro —Oh, Luzu, eres tú.—

—Buenos días, Alex. Que mala educación no saludar.— Dijo sonriendo, como para no enamorarme de su sonrisa por milésima vez.

—Si, tienes razón.— Aclaré mi voz algo nervioso  —B-Buenos días, Luzu.—

Analicé sus atuendos, y estaba tan casual que hasta lo que usaba lo hacía ver atractivo, y ni hablemos de su acento español. Debería controlarme, pero no conozco esa acción cuando se trata de él.

—Hace tiempo que no hablamos, ¿Verdad?— Cambió de tema repentinamente —Gracias a ti pude pasar esa aburrida materia.—

—O-Oh, bueno, de nada supongo.— Sentí mis mejillas calientes y solté una risa nerviosa —Fue divertido hacer el proyecto contigo.—

De todas las estupideces, me tocó decir la peor. Bien hecho, Alexis.

—Vaya, pues lo mismo digo.— Me siguió la corriente luego de hacer una expresión de confusión —Oye, estuve pensando estos días, y creo que tú y yo deberíamos salir estos días.—

Abrí un poco más mis ojos y me mordí la lengua para ahogar el grito de felicidad que me estaba ahorrando. Internamente estaba gritando y saltando por todos los rincones de mi mente. Por fin estaba pasando lo inimaginable.

—¿De, de verdad?—

—Claro... Mañana en la mañana nos darán permiso para recorrer Berlín por nuestra cuenta, y bueno, pensé que sería una buena oportunidad para volver a hablar.—

Sentí mariposas en el estómago en ese momento. Nuevamente aclaré mi voz y sentí mis manos temblando levemente por la emoción, y para rematar, casi me olvido por completo de mi teléfono esperándome en la mesita de noche.

—Si, si si.— Repetí varias veces mirando su sonrisa satisfacida al escuchar mi respuesta —Mañana te esperaré en la puerta del hotel a las... ¿10 AM? ¿E-Está bien?—

Invierno del 45' ; Rubckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora