Conocidos, parte I

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Suelto un suspiro cansado al verme en el espejo, doy varias vueltas fijándome en qué no sea demasiado para ir a una discoteca. Paso mis manos sobre mi cabello despeinándolo un poco para que las ondas que me hice se vean un poco más naturales.

El vestido plateado me llega más arriba de los muslos, casi mostrando mi trasero. Consta de una tela brillante, y es que eso fue lo que llamó mi atención al comprarlo, el brillo, no pensaba en usarlo. Se anuda perfectamente a mi cuello con una corta cadena, cayendo entre mis pechos dejando un hueco y entre medio de ellos, las dos aberturas adelante no dejan nada a la imaginación, al igual que la espalda descubierta.

—Ay Dios —susurro mirando las sandalias plateadas de punta, haciendo juego con mi vestido.

Con el maquillaje hice lo mejor que pude, lo más llamativo sería el delineado principado y mis labios rojos.

—Emily, llegaron por ti —anuncia Margaret desde la sala.

Guardo en mi pequeño bolso de mano negro lo necesario, mi teléfono, dinero, identificación y mi labial para retocarme. La idea de salir esta noche no me llamaba mucho la atención, pero pensé mejor y es que no recuerdo haber salido así, son contadas las veces, por ello decidí que a mis casi veinticinco años me lo merezco después de todo.

Salgo del cuarto y me encuentro con Rachel y Michelle, las cuales al verme no disimulan su mirada de asombro.

Margaret voltea hacía mí con Andreu en sus brazos, y está me regala una sonrisa de boca cerrada.

—¡OMG! —exclama emocionada Rachel caminando hacía mí —¿Segura que eres Emily? —pregunta divertida mirándome de reojo.

—No es para tanto —me rio —.Además, ustedes se ven guapísimas —halago mirando las a ambas.

Rachel lleva un vestido negro de satín que le queda perfectamente ajustado a sus cuerpo, junto con unos botines altos del mismo color. Su melena rubia se encuentra perfectamente alisada, mostrando más largo de lo normal.

Michelle siempre ha sido más recatada al vestirse, pero está noche me sorprendió al verla con un vestido azul rey con corte corazón, más arriba de sus muslos y con una abertura en su pierna derecha dejando ver casi su ropa interior.

—Váyanse antes que se les haga más tarde —sugiere Margaret.

Las chicas asienten y caminan hacía la salida, yo por mi parte tomo a Andreu entre mis brazos para darle un beso y un abrazo.

—Te amo, mi amor —comienzo a dale besos por toda su carita y él comienza a reír sutilmente.

—Él estará bien —me tranquiliza Margaret.

Asiento mientras le devuelvo al bebé.

—Por favor, cualquier cosa que necesites no dudes en llamarme, estaré atenta —digo rápidamente caminando hacia la salida sin dejar de mirarla.

—Todo estará bien, te lo prometo.

Suelto un suspiro y a ambos les lanzó un beso para terminar de salir y cerrar la puerta tras de mí. Mi vello se eriza al sentir el frío de la noche calar mis huesos.

—Hay mucho frío —digo abriendo la puerta de copiloto del deportivo negro de Rachel.

—Tranquila que allá lo menos que se siente es el frío —comenta Michelle mirando si celular.

—Confirmo —le sigue la rubia.

Niego con la cabeza sonriendo mientras paso el cinturón de seguridad sobre mi cuerpo.

(...)

Al llegar a la entrada del lugar me sorprendo al ver la larga fila que se encuentra. Dejamos el auto en el estacionamiento del lugar y comenzamos a caminar entre la gente de la fila.

Un invierno para recordar❄️ 2°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora