No puedo volver amarte

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El silencio cada vez se hacía mas incomodo, y el frío de la noche acompañado con el aire del auto no ayudaban mucho. Inevitablemente abrazo mis brazos desnudos, pensando que así les daré algo de calor, pero es inútil.

Le miro de reojo pensando tal vez que me mira de soslayo, pero su mirada se encuentra perdida en la carretera, mientras con su mano derecha sostiene el volante, la otra se encuentra en su mentón. Se encuentra pensativo, tal vez asimilando todo lo que solté de golpe.

Siento mis ojos hinchados de tanto llorar, solo quiero llegar a mi casa y poder cerrarlos para descansar y hacer como si esta noche nada ocurrió.

Después de haberle confesado todo lo que sentía, él me abrazó y me arrullo entre sus brazos como antes; a pesar de todo nada se sintió como antes, o como creí que me sentiría si algo así pasaría. Antes sus abrazos para mí eran un consuelo, una manera de demostrar su cariño hacía mí; en sus brazos sentía seguridad, pero esta noche no fue igual. Me dejé rodear por sus brazos ante la debilidad del momento, y por una milésima de segundos pensé que sentiría algo como antes, pero no fue así.

Cuando me soltó noté en su mirada una profunda tristeza, al igual que yo de sus ojos salían esas pequeñas gotas que rodaban por sus mejillas. Con delicadeza me levantó del suelo y me dijo que saliéramos a la ciudad y pensáramos mejor las cosas, y acepté sin objetar nada, sin siquiera pensar en Sam y su preocupación al no verme volver.

Bajamos por las mismas escaleras, pero esta vez seguimos bajando hasta llegar al estacionamiento subterráneo con el que contaba. Cuando subimos al auto esperaba alguna otra reacción de su parte, pero desde que salimos ninguno ha vuelto a decir nada, sumiéndonos en un profundo silencio incomodo.

¿Qué podía decir para romper la tensión entre ambos?

¿Él querrá escuchar del porqué oculté a nuestro hijo?

—¿Como se llama? —su pregunta me toma por sorpresa, así que aparto la mirada de él y la fijo en la carretera.

—Andreu —respondo después de unos segundos.

Él no responde.

Bajo la mirada a mis manos y comienzo a juguetear con mis dedos al sentirme ansiosa.

—Yo...

—Lo quiero conocer —me interrumpe aparcando el auto frente al hotel Hitman, en el mismo donde nos reencontramos.

No respondo ante su confesión, solo me limito a tragar fuerte mientras lo escucho bajar del auto. Levanto la mirada y le veo rodear el auto hasta llegar y abrir mi puerta.

—Quiero ir a mi casa.

—Primero hablaremos —evade mi petición extendiéndome su mano.

La tomo y salgo con cuidado del auto, tomando mi vestido con la otra para poder subir los escalones y llegar a la entrada. Doy gracias al universo de que no hayan reporteros, ya que eso sería la cereza del pastel esta noche.

Ambos saludamos amablemente al conserje, el cual se limita a regalarnos una sonrisa de boca cerrada y un asentimiento de cabeza.

Al ingresar puedo sentir la calefacción del lugar abrazar mi cuerpo y sentirme mejor. Suelto su mano y le miro de mala manera, pero a él parece no afectarle y solo sigue su camino hasta llegar al elevador conmigo pisándole los talones. Llegamos al elevador y ambos ingresamos como si fuéramos dos desconocidos.

Al llegar él sale dejándome sola, así que comienzo a caminar por aquél pasillo que recorrí ese día. Me detengo detrás de él al verle ingresar la tarjeta en la ranura de la puerta, la cual abre de par en par ingresando al lugar, dejándome pensativa si sería buena idea irme sin mas.

Un invierno para recordar❄️ 2°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora