Pasado de Samara

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Empezando que este capítulo estará narrado por Samara, y se remonta a los inicios de como entró a la familia Fitcher.
Es importante tomar en cuenta, ya que ella es una pieza clave en todo.

Desde niña supe que mi ambición me llevaría hasta lo más alto, pero también estaba consiente que habían cosas que me harían tropezar en el camino y que la mejor solución ante eso era encargarme de superarlos, desaparecerlos de mi vista.

Cuando aquella pelinegra entró a las instalaciones del aquel mugriento orfanato, sabía que era mi pase de oro en salir de aquí. Quién no conociera a la familia Fitcher estaba muy escondido de lo que pasaba fuera de estás cuatro paredes, yo lo sabía más que nadie, estudié cada detalle el cuál me llevaría a lo más alto, a dónde yo merecía estar.

Sabía que buscaba una niña para adoptar, escuché a la madre superior hablar con una hermana dónde le decía que la señora Luján Fitcher vendría a buscar una niña para adoptar; pude obtener esa información gracias a mis antojos de media noche, en una de mis hurtadillas a la cocina, ahí estaban ellas en medio del pasillo pensando que estaban solas.

Ese día me porté a la altura, como la niña que ella necesitaba. Miraba a todas, examinando cada pequeño detalle de cada una mientras todas tomemos clases; solo bastó una mirada hacía ella para hacerla entender que no necesitaba buscar a nadie más, estaba yo, existía yo.

No pasó ni una semana cuando me fueron a buscar y firmar todo el papeleo que necesitaban para poder sacarme de aquel lugar. Jamás olvidaré la emoción que sentí cuando ví aquella limosina estacionada frente aquel lugar infernal, y jamás olvidaré aquel niño pelinegro que bajó para regalarme aquella sonrisa.

—Querida, el es Sebastián, ahora tu primo —habló aquella pelinegra mientras posaba su mano sobre mi hombro.

—Hola —saludó él, simplemente.

Yo solamente le regalé una sonrisa de boca cerrada.

Desde ese día mi vida se vio atestada en lujos, caprichos que pensé jamás alcanzaría. Ahora tenía una familia, una de las mejores del estado de California; tenía al mejor hermano, aquél que me recibió como su hermana de sangre desde el primer momento que me vio, pero no lo tenía a él, a Sebastián.

Más allá de amor, todo se convirtió en obsesión, una muy tóxica si podría decirlo. A medida que crecimos y fuimos convirtiéndonos en adultos, me fui metiendo más a su vida, aproveché aquellos atributos que el universo me concedió para poder estar en la vida de él, y pensé que estaba funcionando ya que en algunas ocasiones nos regalamos miradas lascivias hasta el punto de encerrarnos es la oficina de nuestro tío, pero nunca nada pasaba más allá de besos. Pero todo se fue a la mierda cuando Elizabeth apareció en su vida; él tomó distancia de mí, me dejó a mí por aquella mujerzuela que apreció de la nada queriendo estropear mis planes, pero nada ni nadie me iba a detener.

—No deberías estar aquí, no eres parte de esta familia, gorda asquerosa —solté con furia hacía ella al verla sentada en el patio.

La veo cerrar el libro que tenía en sus manos mientras suelta un largo suspiro. Ella sigue de espaldas a mí, sin siquiera poder mirarme porque no puede ni sostenerme la mirada por más de tres segundos.

Miro mi batido, luego a ella y una sonrisa se forma inmensamente en mis labios, y cuando estoy a punto de hacer aquella sutil maldad, alguien me detiene.

Un invierno para recordar❄️ 2°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora