Una cita

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Sebastián.

Lanzo las carpetas sobre el escritorio, frustrado termino recostando mi cabeza sobre la silla. Cierro mis ojos para tratar de calmar y pensar con claridad en todos los documentos que tengo que firmar para culminar todo, sin pensar mas en ella.

Desde que me desperté no ha salido de mi mente el recuerdo de Emily, su rostro, sus ojos marrones, su risa... Han pasado dos años, y siento que su ausencia me está pegando, aunque me prometí no volverla a buscar creo que fracasaré en mi misión.

Abro mis ojos y busco con la mirada mi celular, el cuál está tapado con las carpetas. Al tenerlo en mano me fijo en la hora para estar seguro que él me contestará.

Uno, dos, tres, cuatro...

—¿Dime? —responde con voz adormilada.

—Son las diez de la mañana, Sam, se supone que te deberías estar ya acomodando todo en vez de estar durmiendo —le reprocho levantándome para caminar hacia la ciudad.

—Si, tranquilo que hoy empezaré con todo —responde en susurros.

—Eso espero, ya que necesito otro favor —espero una respuesta de su parte, pero solo escucho su respiración —¿Sam? Necesito un favor.

"Maldición" escucho al fondo una voz femenina.

—Maldita sea, era trabajar no meterte entre las piernas de una mujer tan rápido —respondo cansado —Necesito que me ayudes a localizar a algui...

—Tengo que colgar —me interrumpe antes de cortar la llamada.

Despego el teléfono de mi oreja, tomando una respiración profunda para no volverlo a llamar e insultarlo. Guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón sin despegar la mirada de los edificios frente a mí, sus majestuosidades, el clima nublado con un poco de neblina.

—Adelante —respondo al escuchar el primer golpe en la puerta.

—Te traje una merengada —la voz de Samara inunda la oficina.

—Gracias, puedes colocarla sobre la mesa y marcharte —respondo toscamente sin girarme a verla.

—Pero que grosero —la escucho detrás de mí —.Yo no solo venía a eso, también a desestresarte después de tantas cosas que tienes encima —sus manos se posan sobre mis hombros, masajeándolos solo como ella sabe hacerlo.

—Si te pido un favor, ¿Lo harías? —aprovecho la oportunidad.

—Lo que quieras —susurra cerca de mi oído.

—Necesito información de Emily —al finalizar aquél favor ella aparta sus manos de mí. Me giro y veo su rostro denotando confusión.

—¿Estás loco? —pregunta sin poder creerlo.

Repasó su cuerpo y no puedo evitar que el mío reaccione al verla enfundada en aquél vestido rojo que talla aquella silueta que en algunas noches está bajo mi cuerpo y sábanas, a juego con esa melena como el fuego.

—Tal vez, un poco —me acerco a ella, hasta rosar sus labios con los míos —Me la debes —susurro sobre estos.

Ella no responde, ha cerrado sus ojos esperando un beso que nunca va a llegar. Me alejo de ella y camino hasta la puerta para abrirla.

—Puedes retirarte —le indico la salida con mi mano mientras sostengo la puerta.

Su mirada furiosa no me intimida, al contrario me causa cierta gracia. Sin decir nada camina de manera apresurada saliendo de mi oficina y al cerrar la puerta siento un alivio de no tenerla aquí conmigo, porque sino capaz estuviera ella recostada sobre mi escritorio y eso no puede volver a pasar.

Un invierno para recordar❄️ 2°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora