El sonido constante de aquella máquina conocida para mí, me hace viajar en el tiempo, recordando a mi madre y Lucía. Ambas conectadas aquellas máquinas que medían los latidos de su corazón; aquellos latidos lentos, que con cada segundo que pasaban parecían consumirse la vida de ambas.
La sonrisa de mi madre, jamás la olvidaré. Sus cálidos abrazos, esos que disfruté hasta el último momento en vida y sueños. Lucía, su juventud e ingenuidad ante algunas cosas; su sonrisa llena de vida... Ninguna merecían morir tan rápido.
—¿Emily? —lo escucho susurrar mi nombre.
Lejano, muy lejano.
—Amor, tranquila, todo está bien —susurra dulcemente, sintiendo sus manos cálidas en mis mejillas.
Con dificultad abro mis ojos, acostumbrando los a la claridad del lugar. Los cierro al sentir la pesadez en mi cabeza, sintiendo mareo al hacerlo.
—No te esfuerces. Llamaré a la doctora —su voz se oye preocupada.
—¿Qué pasó? —logro formular con dificultad, sintiendo mi garganta seca.
—Estás en la clínica. Gracias a Dios despertaste.
¿Desperté? ¿Qué pasó? Solo recuerdo haber estado con Rachel saliendo del trabajo, camino a nuestro lugar habitual.
La amenaza.
La puntada en la cabeza.
Luego la oscuridad.
Siento el vacío en mis mejillas al no sentir sus manos, por lo cuál me alarmo. Escucho una puerta ser abierta.
—No me dejes sola —susurro intentando abrir nuevamente mis ojos.
Está vez lo logro, con cuidado, pero logro abrirlos. Me fijo en el cielo raso blanco del lugar, en aquellas tenues un pequeñas luces dentro de él.
Escucho la puerta ser cerrada, mientras frente a mí el rostro preocupado de Sebastián hace su aparición.
—Al fin despertaste —dice alegre posando sus manos nuevamente en mis mejillas, hasta sentir sus labios sobre mi frente.
No estoy preparada para preguntar todavía qué pasó, necesito procesar muchas cosas. Cómo mi mente y el dolor en mi cuerpo, especialmente en mi estómago.
—Andreu —susurro al recordar a mi hijo.
Intento levantarme, pero Sebastián me lo impide.
—Nuestro hijo está bien. Margaret está con él —al oír su nombre me siento tranquila, al saber que con ella siempre estará seguro.
—Sebastián. Necesito saber que pasó.
Suelta un largo suspiro y se aleja de mí. Aprovecho que se ha puesto de espaldas a mí para poder sentarme, pero al hacerlo el mareo y las náuseas hacen presentes.
—Quiero vomitar —digo rápidamente.
En un abrir y cerrar de ojos ya estoy vomitando en un balde que Sebastián puso para mí, mientras con la otra mano sostiene mi cabello.
Mi estómago y garganta duelen con cada arcada que doy. Inevitablemente mis ojos pican, soltando algunas lágrimas al hacerlo.
No sé cuánto tiempo pasó, pero siento que en cualquier momento me desmayare nuevamente. Sebastián aleja aquello de mí al verme acostarme nuevamente, cerrando mis ojos ante la debilidad.
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Un invierno para recordar❄️ 2°
RomanceDos años han pasado, dos años de cambio después de aquella trágica despedida. Emily retomó su vida nuevamente, acompañada de muchos cambios positivos. Logrando sueños que siempre había anhelado y que ahora la vida se los está recompensado. Sebastián...