El peor reencuentro

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Comenzamos a caminar por el gran salón que caracteriza al hotel Hitman como uno de los mejores del país, abarcando el número dos en la larga lista. Todo en el grita lujo, en cada pintura, en cada cerámica, en cada mueble e iluminación.

Suelto un suspiro al haber escogido un atuendo nada adecuado para la ocasión, mi pantalón de mezclilla con una blusa negra de tirantes y una casaca roja a juego con mis balerinas; todo en este lugar grita lujo y yo aquí como cualquier mortal.

—Espero no te sientas incomoda —dice mientras ingresamos al elevador.

Yo solo niego mirándole. Su cabello rubio algo largo pero desordenado, sus ojos marrones, y todo su cuerpo enfundado en un traje me dice que este hombre es de negocios y de los grandes al ver el lugar donde se está hospedando.

Antes de venirme Margaret me rogó que me arreglara más, que colocará un vestido de cóctel y unos tacones, a lo que me negué rotundamente, solo sería una cita en su habitación y ya... Pensándolo bien no suena nada bien si lo digo en voz alta, pero nada va a pasar, solo será una charla amena nada más.

Al llegar al sexto piso el elevador se detiene abriendo sus puertas y mostrándonos un largo pasillo. Él sale primero y yo le sigo, con cada paso que doy me siento fuera de lugar, retractándome de haber aceptado esto. Cada puerta del pasillo cuenta con una pantalla donde se ingresa una tarjeta. Sus paredes y piso están forrados con una tela aterciopelada dándole aquél toqué elegante. Algunos adornos están sujetos en sus paredes, con formas y colores extraños pero logrando verse costosos.

—Es aquí —anuncia deteniéndose en una de las puertas. Él se gira a verme mientras saca una tarjeta de su saco y colocarla en la pantalla logrando escuchar un clip.

Desde que nos detuvimos frente al hotel no he sido capaz de procesar y decir algo, solamente prefiero asentir o negar ante cualquier duda o pregunta. Él parece notar eso, pero ha preferido tomar distancia para no hacerme sentir más incómoda e internamente se lo agradezco.

—Puedes tomar lugar, siéntete como en tu casa, tienes libertad de curiosear si quieres —me dice entrando al lugar, dejándome completamente con la boca abierta.

—Es hermosa —susurro mientras miro a todos lados embelesada, y es que muy en el fondo pensé solamente en encontrarme con una simple habitación, pero esto parece más grande que mi casa.

Lo primero que visualizo es el gran ventanal de cristal, dando una hermosa vista a la ciudad. Un sofá está frente a este con una pequeña mesa que contiene algunos vinos sobre esta.

A su izquierda una pequeña pero cómoda cocina empotrada, con su mesón de mármol. En cada esquina hay mesitas con algunos jarrones llenos de tulipanes. Una gran puerta se encuentra a la derecha y debe ser la habitación.

Camino con paso lento posicionándome frente a la ventana, disfrutando el hermoso atardecer que mis ojos pueden ver.

—Vuelvo en un momento —anuncia y yo solo asiento sin girarme a verle. Escucho una puerta ser abierta y cerrada, y ahí suelto un largo suspiro mientras me lanzó al sofá.

La incomodidad que siento es grande, tanta que quisiera salir corriendo y dejar todo tirado, hacer como si nada hubiese pasado. Es que no sé en qué pensé al aceptar esto, me golpeo mentalmente al dejar otra vez a Andreu, siento que ya ha sido más el tiempo que pasa con los demás que conmigo y eso logra que mi conciencia me redarguya.

Escucho la puerta ser abierta nuevamente.

—Volví —anuncia —.¿Quieres qué pidamos alguna comida en específica? —pregunta sentándose a mi lado y giro mi rostro hacía él.

Un invierno para recordar❄️ 2°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora