Aquella pelirroja

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Emily

—¿Y si mejor hacemos panqueques? —pregunta Margaret desde la cocina.

No respondo mientras miro mi a Andreu jugando en el suelo con mi teléfono. Algunas lágrimas caen por mis mejillas, empañando las nuevamente.

Haber escuchado su confesión fue un detonante de emociones, pero la que más predomina es aquella de enojo; enojo al ver el descaro que tiene de llamarme y decirme todo aquello después de haberme dejado destruida. Retrocedo dos años atrás y noto lo ingenua que fui, las señales que ví y nunca les presté atención, aquellas advertencias que dejé pasar...

Una parte de mí estará siempre agradecida con él por haber estado en momentos duros para mí, pero la otra parte siempre estará dolida con él, por haber jugado conmigo de aquella manera tan cruel.

—Cielo, ¿Qué ocurre? —toma asiento a mi lado mientras me tiende un vaso de jugo.

Giro mi rostro hacia ella y tomo el vaso de sus manos. Una sonrisa triste se forma en mis labios y ella no duda en secar mis lágrimas con sus dedos.

—El que haya vuelto me hace daño —susurro.

Y es cierto, me hace daño. Desde que me rompieron el corazón la primera vez, sabía que no podía volver a confiar tan fácilmente y si así era, salir a la primera advertencia; pero lo menos que hice fue eso, así que seguí y pagué las consecuencias de todo.

—Lo amé, Margaret, lo amé —digo con  nostalgia —.Esa noche que lo ví sentí una marea de emociones, y pensé que una de ellas era que lo seguía amando, pero ahora me doy cuenta que no. En estos momentos solo siento una rabia hacía él, rabia conmigo misma al haberme involucrado con alguien como él.

Margaret suelta mis mejillas asombrada ante mi confesión. Giro mi rostro y veo a mi hijo el cuál se encuentra distraído mirando la pantalla del teléfono.

Conocerás a tu padre, y lo haré pagar una a una. Pienso.

(...)

Sebastián

Miro mi teléfono por cuarta vez, esperando aquel mensaje o llamada que no llegará. Suelto un largo suspiro mientras espero sentando a qué Sam llegue para terminar de planificar todo.

Desde que me levanté me maldigo internamente por haber sido tan estúpido en haber creído que ella iría a buscarme. Cuando ví aquella pelirroja en mi cama sabía que la había vuelto a cagar, nuevamente mi mente y alcohol jugaron conmigo.

Salí sin despertarla, no quería hablar con ella, no quería escucharla...

—¿Llevas mucho esperando? —la voz de Sam me interrumpe.

Me incorporo en la silla y niego con la cabeza mientras le doy un sorbo a mi jugo de naranja. Sam acomoda su traje y toma asiento frente a mí mientras me tiende unas carpetas.

—Necesito que firmes esos documentos para dar por finalizado todo —dice sin despegar la mirada de mí —.Y otra cosa, ¿Has hablado con Samara? Por lo que me dijo mi madre, desde ayer ella está aquí.

Niego tratando de controlarme. Tomo las carpetas y las abro para leer todo detalladamente e ignorarlo.

—Puedes retirarte —pido sin mirarle.

Escucho la silla sonar al ser arrastrada, advirtiendome que se ha ido. Suelto un largo suspiro y cierto nuevamente las carpetas mientras pienso en qué hacer para volver hablar con Emily.

(...)

Emily

Miro embelesada por última vez mi estudio, y no puedo evitar sentirme orgullosa ante lo que veo. Saco mi teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón y busco el contacto de Rachel para hacer un vídeo de todo y enviárselo.

Un invierno para recordar❄️ 2°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora