Narra: ____
Abrí mis ojos lentamente, encontrándome en una solitaria habitación oscura, muy oscura. Me levanté con cuidado tratando de no tropezar, pues sentía un pequeño malestar en mi abdomen.
-Carajo- Dirigí mi vista hacia este, logrando ver una gran venda que lo cubría. Claro, me había olvidado del pequeño accidente. Caminé un poco por la habitación. Para ser sincera, era bastante grande y vacía- ¿Hola?- Grité, pero lo único que pude escuchar fue mi eco repitiendo la misma palabra.
Luego de un tiempo de estar rondando por el extraño lugar, me senté. No había nada que pudiera hacer, sólo eran paredes y nada más. Cerré mis ojos y traté de pensar: ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué estaba en ese sitio?
De un momento a otro, el escenario había cambiado. Sin abrir mis ojos, pude adivinar que ahora se trataba de un hospital, o una clínica. Podía sentir el abundante olor de los guantes de doctor que tanto me disgustaba de pequeña, cuando Pogo nos hacía algún diagnóstico o simplemente experimentaba con Vanya y conmigo. Había bastantes voces, algunas más desesperadas que otras, y... el llanto de un bebé.
Para ese momento, mis ojos estaban más que abiertos. Y si, como había dicho, estaba en una clínica o, bueno, en una sala de parto. Me levanté del suelo y me dirigí hacia un señor que estaba viendo muy atentamente lo que sucedía. Debía ser el padre del bebé. Tenía una enorme sonrisa en su rostro.
-Disculpe, señor- Lo llamé, pero no obtuve respuesta alguna por su parte- Señor- Intenté tocar su hombro para que volteara a verme, pero mi mano lo traspasó por completo. Ahí es donde entendí que me encontraba en una de mis visiones. Intenté no asustarme, pues ya me había sucedido varias veces. Observé a mi alrededor y a las enfermeras que ayudaban con el parto.
Decidí observar algunas cosas: archivos, papeles, informes... Si estaba en una visión era por algo importante, supongo. Me detuve al ver la fecha en uno de los archivos que se encontraba en el escritorio.
1 de octubre de 1989.
El bebé había nacido en el mismo momento que nosotros. Tal vez era uno de los 43 niños...
Deslicé la llama de mis dedos por el papel, tratando de asimilar lo que pasaba. ¿Cómo es que nuestro padre nunca lo supo? Bueno, es obvio, sólo nos pudo conseguir a nosotros. Pero...
Repentinamente, la máquina que mostraba el pulso de la madre comenzó a sonar. La estaban perdiendo. De repente, las paredes comenzaban a caerse, al igual que el piso. Observé al señor que se encontraba a mi lado y, podría decir que me arrepiento de haberlo hecho. Su piel se estaba derritiendo poco a poco, dejando a la vista su esquelético cuerpo. Era... demasiado perturbador.
Nuevamente, el escenario se estaba cambiando. Pero antes de que lo hiciera por completo, alcancé a leer el nombre del niño que tenía en sus brazos: Harold Jenkins.
-Por favor, Harold, ayúdanos- Ahora me encontraba en la habitación de lo que parecía ser del mismo niño, con unos años más. Estaba jugando con unos muñecos de la Academia Umbrella- Tranquilos, Academia Umbrella. Los salvaré del doctor Terminal- ¿Doctor Terminal?
Me senté en su cama esperando a que algo interesante sucediera. La verdad, su nombre me parecía bastante conocido, pero... ¿dónde lo escuché?
El niño se veía muy feliz jugando con los muñecos, o al menos así se veía hasta que su padre regresó a la casa.
-Harold. Guarda tus muñecos tontos y pásame una cerveza- Dijo apenas entró por la puerta- Y date prisa.
El pobre Harold, con su rostro derramando temor, salió corriendo a buscar la bebida que le había pedido el padre. Antes de salir, se detuvo a contemplar una revista de la Academia. Me acerqué a él para ver de qué trataba, pero sólo eran los muñecos coleccionables de mis hermanos. Claro que las ordinarias no aparecían.
Su padre llegó por detrás bastante enojado. Traté de avisarle, pero, claro, era una visión. Lo último que vi fue su roja mejilla y su ensangrentada nariz. Su padre era un maltratador.
Luego todo se convirtió en un lugar lleno de personas, justo en la puerta de la Academia Umbrella. Recuerdo ese día: los chicos habían salvado a unos rehenes en el robo de un banco. Todo había salido por televisión y mis hermanos se habían lucido como nunca. Luego del atentado, y al regresar a casa, cientos de admiradores los esperaban con carteles y gritos eufóricos. Vanya y yo habíamos ido con nuestro padre, admirando la gran escena desde un edificio que tenía la vista perfecta hacia el lugar.
Harold estaba entre toda esa multitud. Cuando bajamos, él saltó la baranda que negaba el paso de las personas hacia la Academia y detuvo el paso de una pequeña Allison.
Ahora lo recuerdo. Papá lo había humillado frente a todas esas personas. Él había perdido toda la ilusión que tenía de pertenecer a nuestro equipo, de ser un superhéroe como lo eran mis hermanos.
-¿Estás bien?
-T-tú eres ____, número ocho.
Me había escapado de mi padre para poder hablar con él. Me había sentido mal por el maltrato que sufrió por parte de todos los presentes. Sí, ya recuerdo quién es él.
-Vengo a darte una disculpa por parte de mi padre, puede ser muy brusco con bastantes personas y, lamentablemente tú no ibas a ser una excepción- Apoyé mi mano en su hombro y le di una pequeña sonrisa, pero rápidamente la apartó y me abrazó desesperadamente.
-Puedes ayudarme a entrar, lo sé. Y-yo soy como ustedes, nací el mismo día- Me dijo con sus ojos llenos de esperanza, una esperanza que pronto se apagaría cuando mi yo pequeña le negó su pedido- Por favor.
-¿Cómo te llamas?
-Harold, Harold Jenkins.
-Bien, Harold. Por más que insista, mi padre nunca escuchará... ¿Sabes? Yo no tengo poderes- Le confesé- Y... no hace falta tenerlos para ser un superhéroe- Vanya interrumpió nuestra charla y me llevó a la Academia.
Yo me quedé inmóvil, viendo como el niño se iba sonriente a su casa mientras volteaba de vez en cuando para volver a ver a mi yo del pasado.
Había sido un lindo recuerdo, pero... ¿Por qué estaba teniendo visiones con esto?
Me concentré en recorrer la calle, siguiendo a paso lento a aquel niño que tanto hacía aumentar mi intriga. Cuando ya estaba llegando a su casa, mi visión se oscureció. Lo último que vi fue al niño ensangrentado, de pies a cabeza, sosteniendo un cuchillo en su mano. Luego... me dormí.
(...)
Desperté en la enfermería, nuevamente. Corroboré estar bien y, en efecto, lo estaba. Sólo tenía un pequeño dolor en la parte abdominal, pero era soportable. Me levanté con cuidado y me dirigí hacia la sala.
-¿____?
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YO POR TI, TÚ POR MI (cinco y tú)
FanficViajes en el tiempo, muertos vivientes, ¡un mono parlante! Todo esto es una locura, ¿Cierto? Pues déjame decirte que es lo que yo vivo en mi día a día, claro, con la única diferencia de que soy ordinaria. Todos los días mis hermanos me molestan, la...