Narra: Cinco.
¡Carajo, carajo, carajo! Todo se iba poco a poco al carajo.
Cuatro imbéciles iban con nosotros hacia la cabaña de Harold Jenkins, donde se supone que estaría él junto con Vanya y Allison. El problema es que no sabemos si Allison siga ahí, si es que me entienden.
-¿Puedes pisar más fuerte el acelerador?- Me pregunto Luther al oído por quinta vez.
-Si me lo preguntas una vez más, te quemaré con el encendedor- Subí la velocidad nada más que para llegar rápido y terminar con esto- ¿Feliz?
-Sí, gracias- Luego de decir eso, todo se quedó en silencio. Excepto por...
-¡Oh, Luther! Tendrías que haber ido al baño antes de salir, gigantón imbécil- Se quejó ____ mientras tapaba sus orificios nasales. Para mi mala suerte, yo no podía hacerlo.
-L-lo siento. Me pasa cuando estoy nervioso.
-Entonces trata de controlar tus nervios si no quieres que nosotros nos asfixiemos aquí antes de llegar a la maldita cabaña- Diego abrió la ventanilla y sacó desesperadamente su cabeza para tomar aire fresco. Todos hicieron eso menos Klaus, quien se quedó calmado inhalando el aroma que parecía gustarle. No me parece raro de él.
(Insertar música.)
La radio comenzó a sonar y los cuatro presentes por fin cerraron el pico.
Era esa canción... esa canción que anhelaba escuchar desde hace tiempo, pero nunca tuve el valor para hacerlo simplemente porque no quería dejar que los recuerdos salieran a la luz otra vez. Pero ahora la estaba escuchando y no podía evitar que una sonrisa se me escapara.
Once años atrás:
Una lágrima había caído, mojando el papel que contenía la hermosa silueta de ella, de ____, hecha en una fina tinta que se derramaba con el paso de esa pequeña y significante gota de agua.
¿Por qué no tenía la valentía suficiente para decirle? Si tan sólo dejara de ser tan terco...
Pero en vez de levantarme y dirigirme hacia ella, sólo me quedé mirando como la gota bajaba y bajaba, mientras que otras pocas la acompañaban. Era un completo idiota y lo sabía, pero no hacía nada para cambiarlo.
Me levanté dejando el dibujo a un costado de mi cama y fui directo a mi escritorio. Me senté y con lentitud abrí el cajón de mi derecha, encontrándome con bastantes dibujos hechos por mí; rebusqué entre ellos hasta encontrarme con un sobre que resaltaba entre todos los papeles por su delicadeza.
Sabía perfectamente que se trataba de la carta que ____ dejó en mi puerta hace unos días. Desde ese momento, no había podido dejar de leerla cada noche, esperando encontrar las palabras perfectas para dedicarle, tal y como ella lo había hecho. Lo abrí y, como hacía siempre que la tenía en mis manos, la leía. Era una adicción para mi corazón.
Cuando estaba por terminar, una fuerte melodía me desconcentró. Era bastante movediza la verdad, pero no estaba de humor para soportar la música de Klaus. Rápidamente me teletransporté a su habitación, pero me sorprendí al ver que él sólo dormía.
¿De dónde podía venir?
Seguí escuchando hasta detectar su lugar de origen: la habitación de ____. Me rasqué el cuello, nervioso, antes ir. Al llegar di tres golpes a la puerta, pero nadie había respondido. Dispuesto a entrar para apagar esa música, abro la puerta y me quedo quieto en mi lugar al ver una escena algo... hermosa. Ella estaba bailando al ritmo de la canción. Su pelo se dirigía para todos lados, y sin vergüenza sus piernas se deslizaban a cada esquina de la habitación; los brazos la acompañaban y su cara de disfrute era lo más esplendoroso que había visto en mi corta vida. Era sencillamente hermoso.
Al terminar la canción y con el pecho agitado, ____ voltea hacia la puerta. Se quedó estupefacta al verme parado con cara de bobo enamorado en el marco de ésta, mientras intentaba esconder el rubor que se había plasmado en mi mejilla como un lector que se integra en la trama de la historia: jamás se iría de allí.
-¿C-cinco?- Preguntó ella con los ojos abiertos como platos- ¿Cuánto viste?
Sin saber qué decir (y con las palabras enredadas como un gran nudo en mi garganta), susurro algunos balbuceos hasta que aclaro mi garganta y decido responder:
-Lo suficiente para saber que no deberías dedicarte al baile.
¿¡En serio acabo de decir eso!? Agh, la palabra "imbécil" me queda corto.
-Oh, claro- Dijo ella bajando la mirada al piso. Noté cierta decepción en sus ojos, junto con una mueca de tristeza que se marcaba en sus labios- Lamento si la música interrumpió tu lectura- Dijo tímida.
-¿Cómo sabías que...?- Al darme cuenta de lo que iba a decir, sacudí la cabeza- Quiero decir, sí, es muy molesta. Agradecería que la apagaras.
-Sí, claro. Perdón.
Luego de eso, regresé a mi lugar. Jamás olvidaría su hermosa figura bailando, mucho menos esa canción.
Me acosté boca arriba y repetí esa escena en mi cabeza hasta quedar dormido.
Actualidad:
-¿Recuerdas el día que te encontré bailando esta canción?- Le pregunté manteniendo la mirada fija en el camino, pero cediéndole una media sonrisa.
-Claro que lo recuerdo- Contestó ella con mirando por la ventana- Me habías dicho que no me dedicara al baile.
Aunque no la estuviera viendo, podía adivinar la expresión que tenía: una ceja levantada, los ojos revoloteando por doquier, nerviosa y, tal vez algo enojada.
-Sí, yo... No quería decirte eso realmente. Ya sabes, era un idiota.
-¿Eras?- Preguntó Klaus interrumpiendo la conversación. Suspiré tratando de contener todas las cosas que quería hacerle por decirte "idiota", y por suerte lo logré. No le di importancia y me concentré en seguir manejando.
Luego de unos minutos, ya habíamos llegado a la cabaña. Desde afuera se podía notar un gran desorden, pero sorprendentemente sólo estaba el auto de Allison estacionado afuera. Nos bajamos y al entrar a la cabaña...
-¡ALLISON!
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YO POR TI, TÚ POR MI (cinco y tú)
FanficViajes en el tiempo, muertos vivientes, ¡un mono parlante! Todo esto es una locura, ¿Cierto? Pues déjame decirte que es lo que yo vivo en mi día a día, claro, con la única diferencia de que soy ordinaria. Todos los días mis hermanos me molestan, la...