𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞- 𝙇𝙖𝙣𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙧𝙚𝙮

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He has a white Corvette like I want it
A fire in his eyes, no, I saw it
He's bleeding from his brain and his wallet
He's sick and he's taken, but honest.

Lana del Rey; You can be the boss.

—Lana del Rey; You can be the boss

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Kiyoshi-Sensei.

Veo otra vez al adolescente frente a mí. Con mis caros lentes de sol sobre sus cabellos, esa sonrisa, que además de ser bella, me indica que corro peligro junto a él.

De nuevo, pregunto, esperando a escuchar algo diferente.

—Me quede hasta tarde, por que tuve que limpiar el aula, llevaba días sin hacerlo, y al Profesor le pareció buena idea mandarme justo hoy a hacer algo que jamás en dos meses hice. —. Lo veo recargarse sobre el auto, mete sus manos en sus bolsillos y con una clase de desdén bastante perezoso me quita los ojos de encima y se pierde en otro lugar. —Gracias a eso perdí el autobús, y por eso me mandaron a viajar con usted.

—Ok, eso ya lo entendí. Pero todavía no comprendo... ¿Por qué yo?.

Si comienzo esta travesía con él sentado en el auto, el que correrá peligro seré yo.

Debo viajar con los ojos en el volante y sin juegos tontos que le den la oportunidad de hacer cualquier cosa. Si flaqueo, entonces todos ellos ganarán. Y la idea es poder hacer que el club de fotografía se dedique a sacar fotos de lo que sea.

—Bueno, como es el profesor predilecto que busca dominar al Yarichin bitch club, supongo que por eso.

Suspiro angustiado, porque solo puedo verlo, mientras sonríe y me ve con altanería. Sus ojos me retan, y quiero ganarle, en lo que sea que piense justo ahora.

Abro el coche rentado, el sube primero, dejando sus bolsos en los asientos traseros. Él, por supuesto, va en el asiento del copiloto y no se abrocha el cinturón. Pero yo no le diré que lo haga, por que sé que si lo hago, entonces empezaría con sus juegos infantiles y a contarme acerca de que esta vez, caeré ante sus encantos.

Yo jamas le he negado la belleza natural que porta, pero eso a Tamura parece no bastarle.

Al momento de cerrar la puerta y abrochar mi cinturón, Tamura baja la ventana y toma su celular. Su carcasa es de un tono celeste desgastado, y agradezco que se haya tomado un momento para si mismo y su celular.

El auto arranca, manejo por el estacionamiento y, cuidando de no llevarme algún tope, marco en el GPS la dirección del campamento.

De reojo veo lo que hace, y gracias a Dios se mantiene como un adolescente rebelde común y corriente.

Salgo del estacionamiento, poco a poco nos despegamos de las montañas verdes, la autopista no queda muy lejos.

—¿Importa si pongo música?.

Sensei | Yaribu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora