CAPITULO 3.

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Londres, Birmingham, 1828 || Reino de Prusia, Hannover, 1829.

Honestamente el frio me congelaba las pestañas y la brisa no paraba de meterse debajo de mi vestido.

Matarme bordando e hilando cosas simplemente me tenía destruida. Cuando vivía con los Morgan era un trabajo fácil, pues el pueblo era pequeño y el negocio también, por lo que casi siempre tenía tiempo para hacer mis cosas.

Crecer e independizarse es una mierda, una total mierda.

—Feliz navidad, Alice —se despidió Anna mientras tomaba un camino diferente.

—Feliz navidad, Anna.

Caminar de noche por acá no es algo que me plazca, pero se me es necesario para poder llegar a casa. Los pies me dolían por haber pasado todo el día tomando medidas y luego cociendo a mano muchas prendas, todo sin poder tomar un asiento digno.

—No me canso de repetirte que no camines sola por aquí.

El sonido de su voz me hizo sonreír y me giré para ver ese hermoso rostro que me ha cautivado los últimos dos años.

—Pareces tener el pelo canoso por toda esta jodida nieve, amor mío.

Se acercó con cuidado y tomó mi rostro, sorprendentemente sus manos estaban calientes y eso mandó una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.

Me sorprende las cosas que puedo sentir estando muerta.

—Sabía que te encontraría cerca —murmuré pegada a sus labios— Te he echado de menos.

—No más que yo, hermosa.

Caminamos de la mano por las oscuras calles y me sentía como si nada fuese a salir mal en mucho tiempo, Caleb así me hacía sentir.

—Bienvenida a casa, bella dama —abrió la puerta con una sonrisa encantadora y como siempre me invitó a pasar— Todavía no entiendo como es que tienes ya 18 y sigues viéndote de 16. Exactamente igual que cuando te conocí.

La verdad es que tengo 25, incluso soy algunos años más mayor que él.

—Son cosas biológicas, supongo —lo abracé y él me devolvió el abrazo— Tu has de saber más que yo, querido investigador biológico.

—No me llames así, que me siento mal cada que recuerdo lo mayor que soy.

—Si solo eres siete años mayor que yo —lo besé y él sonrió con pena.

—Exacto, soy siete años mayor, Alice.

—Y eso no tiene nada que ver —me abracé con fuerza a su pecho y sentí sus labios en mi frente— Hay chicas de 15 casándose con hombres de 27.

—Lo dices por Paulette, ¿verdad? —se carcajeó y yo asentí.

—Sabes que sí, además, tu y yo somos diferentes —lo miré a los ojos y ese color miel me distraía del mundo— Tu y yo si nos conocemos.

—Deja de burlarte de Paulette por favor —siguió riendo, me besó y luego se encaminó a la cocina— ¿Qué desea cenar mi hermosa novia el día de hoy?

—Que tal algo de pasta italiana, esa que te enseñó a hacer tu Nonna.

—Me parece una maravillosa idea.

Ambos preparamos la cena y nos acomodamos en el salón principal. Caleb es simplemente todo lo que soñé conocer en alguien; es inteligente, intuitivo, amoroso, cuidadoso, es simplemente lo que desee, pero como siempre el pecho me dolía al verle a los ojos. No sé cuando seré capaz de sentarme con él y platicarle toda mi historia.

Midnight Silhouettes © ||✔|| #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora