CAPITULO 1.

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Reino de Prusia, Norte de Hannover, 1825.

El sol entraba por la ventana haciendo resaltar el morado de las paredes de mi habitación. Sin levantarme sabía que ya todos estaban fuera de cama. Tomé una ducha rápida y me vestí para empezar con el día.

—Buen día, señor Morgan.

—Buen día, Alice —saludó con una sonrisa mientras bajaba primero que yo.

—Kath, ¿Terminaremos ese vestido hoy? —pregunté y ella me dio mala cara. Puedo decir que la adolescencia le está pegando fuerte— Eso es un no, lo entiendo—continué mi camino a la cocina—Señora Morgan, buen día —la saludé con un abrazo y esta sonrió.

—Buen día, Alice —te he guardado el desayuno.

—Gracias —sonreí y luego de tomar un pan con leche me encaminé a la puerta— Iré a preparar la sastrería para el inicio laboral.

Cuando crucé la puerta me quede un momento ahí de pie y pude escuchar como Katherine le discutía algo a su madre.

—Mamá, ¿Es necesario que Alice me ayude con el negocio?

—Sabes que ella es de gran ayuda, siempre que está contigo tu día termina más temprano y casi toda la ropa encargada queda terminada.

—Lo sé, ella ayuda bastante, pero me incomoda.

—¿Te incomoda? —preguntó y escuché pasos por la cocina— ¿De qué modo?

—Es que, a la sastrería siempre van mujeres, pero últimamente han ido muchos hombre a "ordenar" ropa solo para que ella le tome las medidas. Me parece algo raro que ella acceda sin ningún problema.

—Quizá porque tomar las medidas a los clientes es su trabajo, ¿Lo has pensado?

—Lo sé, es solo que... no sé. Ya no quiero que trabaje conmigo.

—Katherine...

—Hoy es el último día, creo que ya le hemos tenido bastante caridad los pasados cinco años, madre.

Debo admitir que escuchar a Katherine hablar así de mi me partió el alma. No sabía que mi presencia causaba tan estrago en ella, desde que llegué a su familia habíamos tenido una buena relación.

Caminé desanimada por el patio trasero hacia la sastrería, Klaus se encontraba corriendo a algunos patos hacia el lago y me observó con una sonrisa. Por lo menos él piensa que soy interesante, a pesar de tener 12, la edad en la que las mujeres son lo más aburrido para ti.

—Hola, Alice —saludó colocándose a mi lado, no puedo creer que en un par de años será más alto que yo, si ya casi me da por el hombro el pequeñuelo.

—¿Qué tal tu mañana?

—Tranquila, he quedado con mis amigos para nadar en el rio, ¿vienes con nosotros?

—No creo que quieran a una chica en su aventura. Además, ¿Por qué yo? Quizá a Kath le guste la idea.

—A Katherine nada le gusta, sobre todo desde que Néstor la rechazó.

—¿Néstor? ¿Néstor Hoffman?

—Sí, el rubio presumido —comentó mirando al suelo— La escuché llorar el otro día, entendí que Louis le dijo que le gustaba una de sus amigas.

—Wow —murmuré— Que insensible de su parte.

—Lo sé, por eso le he metido una rata a la habitación anoche.

—¿Es en serio Klaus?

—Sí —sonrió orgulloso— Solo yo puedo molestar a las mujeres que me importan, sobre todo a Kath.

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