CAPITULO 18.

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Nueva Orleans, 1920.

Después de la guerra siento que volví a ser yo misma y reconfortaba saber que más personas así lo creían.

William el esposo de mi difunta mejor amiga se encargó de dejarle mi secreto a varias generaciones, así como lo hizo Leonora con su hija mayor. He decido no volver a visitarles durante un tiempo pues era hora de enfrentar a la linea de acosadores que lleva generaciones enviándome amenazas. Aunque una de ellas fue diferente y me causó demasiada curiosidad.

"Hermosa Alice.

Te veo desde la distancia, espero no te moleste eso. He dedicado toda una vida a verte y cuidarte, aunque no creo que necesites mucho de mi ayuda. Sigues luciendo igual de hermosa que la primera vez que te vi y creo que siempre será así

Espero dejarte unos buenos años de tranquilidad, hermosa y eterna Alice"

—Señoría, le envían esto —el camarero colocó delante de mi una margarita y sonrió— Tenga buena noche.

—Gracias —le sonreí devuelta busca del rostro que me había enviado la bebida.

Un hombre se encontraba en una mesa privada rodeado de algunos otros más, me miró con una ancha sonrisa y levantó la copa, yo imité su gesto dándole un trago. Estaba buena, he de admitir, podía sentir la sustancia agregada en la punta de mi lengua.

Me acerqué a ellos para dejarles llevar su plan acabo, me he dado cuenta de que me gusta estar en el ojo del huracán, sobre todo cuando puedo hacer lo que sea y jamás darán conmigo.

—Hola —le sonreí al hombre que me invitó la bebida— Quería venir a agradecerte por la margarita. Está deliciosa.

—La mandé a preparar especialmente para ti, hermosa.

—Eres todo un caballero.

—¿Nos acompañas? Me sentiría muy mal si dices que no.

—Jamás rechazaría buena compañía.

Me senté en medio de ellos mientras continuaban hablando y riendo de cosas triviales. Uno de los hombres que estaba ahí me observaba con pena y decidí darle el chance de hablarme cuando me levanté para ir al baño.

Efectivamente el hombre me siguió y cerró la puerta detrás de mí.

—Por favor, huye.

—¿Qué?

—Que huyas de ellos. Han estado poniendo cosas en tus bebidas.

—Lo sé.

—¿Lo sabes? —yo asentí y él se quedó atónito— ¿Y por qué sigues sentada ahí te harán daño?

—No lo creo.

—¿Eres policía o algo así?

—No —me acerqué al lavamanos y me observé un momento en el espejo— Quisieras que fuera uno, pero soy algo todavía peor que eso.

—No quiero que te pase nada, luces...te ves muy inocente.

—Eso también lo sé —me volteé para sonreírle— Que no te engañe mi apariencia. Estaré bien, pero quien debe huir serás tú.

—¿Qué dices?

—Cuando salgan de aquí conmigo, vete a tu casa, eso es todo.

—¿Estás segura?

Solo le sonreí y me marché.

Podía sentir como las sustancias empezaban a hacer efecto. Me sentía mareada y con ganas de vomitar, el suelo me empezaba a dar vueltas y el rostro de ese hombre se me quedó grabado en la cabeza. Sé que en algún momento el chico que me invitó la bebida me preguntó que si quería marcharme de ahí con él y yo accedí.

Midnight Silhouettes © ||✔|| #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora