CAPITULO 10.

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Berlín, Reino de Prusia 1838.

Klaus Morgan.

Todavía sigo soñando con ella.

Algunos días cuando siento que me estoy volviendo loco todavía sueño con ella. Recuerdo haberla visto deambular por el pueblo el día de mi boda, Katherine me asegura que estoy equivocado que han pasado seis años desde entonces y no sé cómo lo hizo pero logró convencer a mi familia de que había fallecido en un accidente hace dos años.

Naelea, la chica con la que vive nos vino a dar la noticia entonces, recuerdo ver a mi familia tan destrozada, pero yo sabía toda la verdad y hasta el día de hoy no entiendo que es lo que hace. No he sabido de ella desde entonces, pero sé que ha estado en Prusia.

—Vuelves y simplemente te quedas ahí de pie sin siquiera saludarme. Klaus en serio no entiendo que te pasa. Que nos pasa a nosotros.

—No me das tiempo a razonar lo que hago, Lucia —respondí dejando la maleta en la entrada— ¿Cómo estás amor?

Ella sonrió complacida y yo sonreí al verla. A pesar de todo los años me han enseñado a amarla de la manera en la que ella se merece ser querida. Nuestro matrimonio ha sido bueno, aunque ella está obsesionada con tener un hijo, algo que no hemos podido cumplir.

—Te he cocinado algo delicioso, también han llegado cartas de tu familia—la seguí hasta la cocina— Katherine ya ha dado a luz a su hija.

—Eso es maravilloso —sonreí sabiendo que mi hermana siempre ha soñado con una familia numerosa, pero siempre se le complica salir embarazada— Quizá realicemos un viaje a Londres muy pronto.

—Eso sería bueno, nunca has querido llevarme.

—Lucia, sabes que no es porque no he querido. Entré a la milicia meses luego de casarnos, querías una mejor vida que la que yo te estaba ofreciendo luego de nuestra boda, ahora no te quejes de que casi no te llevo a salir o cosas así.

—Amor, no me estoy quejando es solo...

—Pues sí parece que lo estás haciendo.

—Klaus...

—Dejemos el tema ahí, por favor.

Comimos en silencio y en serio era demasiado incomodo tener este tipo de conversaciones con ella. Solo estoy en casa algunas semanas al año y no siempre tengo la oportunidad de ver a mi familia o pasar tiempo con Lucia por lo que me dolía demasiado cada vez que ella hacía esos tipos de comentarios.

Al año de haber sido transferido a Berlín encontramos esta hermosa casa al norte, es un pueblo tranquilo, las personas son muy amables, sobre todo si eres parte del cuerpo militar de Prusia. Caminar por este lugar es sorprendentemente relajante, el clima de verano no es caluroso y las personas no siempre andas mascullando cosas de tu persona.

—Te molestó la charla de esta mañana ¿Cierto? —preguntó Lucia mientras iba agarrada a mi brazo— No fue mi intención molestarte con eso Klaus, es solo que me siento sola. Estoy en un lugar que no conozco bien todavía y toda mi familia está al sur de este país, a penas he hecho una amiga en los tres años que tenemos viviendo aquí.

—No puedes quejarte de que no conoces a nadie, yo nunca te he prohibido nada amor mío —la miré con algo de pena— Tu sola te atribuyes responsabilidades y cosas que yo jamás te he pedido que tomes.

—Pero soy tu esposa, mi deber es esperarte todo el tiempo en casa. Esperar que lleguen noticias tuyas cada vez que tienes que irte a un lugar nuevo.

—Como lo has dicho, eres mi esposa no mi prisionera, Lucia. Está bien que salgas, que conozcas a más personas, sé que es solitario todo esto, quisiera darte una mejor vida.

Midnight Silhouettes © ||✔|| #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora