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LA SORPRESA

OHM

Hablé con el jefe para conseguir un par de meses de vacaciones, para poder cuidar de mi omega en casa, poco después de nuestra segunda cita con la doctora, donde nos explicó que Nanon tendría que tomar reposo a partir del octavo mes por precaución, y necesitaba ahorrar el dinero suficiente para mantenernos esos meses, así que había iniciado a tomar trabajos más grandes o detallados de lo normal, uno tras otro, a veces llegaba antes de que la tienda abriera y otras me iba después de la hora de salida, pero estaba funcionando.

Los horarios extendidos me dieron dinero extra, las personas ansiaban tener sus tatuajes antes de las vacaciones y hacerlos durante marzo resultaba perfecto para ellos, en especial si podían tener citas en horas que no interfirieran con sus horas laborales, el problema era que los celos de Nanon parecían haberse potenciado con cada cita nocturna que tomaba y por más que le pedía que fuera a casa a descansar, él se negaba para quedarse conmigo hasta que terminaba con los clientes.

No importaba si eran omegas, alfas o betas, Nanon los observaba con una clara advertencia desde el mostrador, mientras me dedicaba a colocar la tinta en su piel, no decía nada, solo mantenía su vista clavada en nosotros y me sonreía cada que nuestros ojos se cruzaban.

La doctora dijo que era normal que mi hormonal bola de algodón se sintiera de esa manera, ya que no compartíamos una marca, el embarazo lo ponía posesivo y celoso, los omegas necesitaban una completa fidelidad en esa etapa y la marca les daba esa seguridad, pero en nuestra situación Nanon solo podía vigilarme de cerca.

Como esta noche, llevaba tres horas detallando el tatuaje de un omega que quería el cielo entero en su espalda, nuestra primera cita había sido dos semanas atrás y hoy debía terminar con el color, así que después de cerrar la tienda nos quedamos por dos horas más con Nanon dormitando en el mostrador y el omega en la silla evitando a toda costa mirar en dirección a la aguja.

— De acuerdo, creo que es todo — musité bajando la máquina y estirándome después de tanto tiempo en la misma posición.

— ¿Puedo verlo? — exclamó el diminuto omega levantando la mirada por primera vez en horas, asentí poniéndome de pie y le ayudé a bajar para que pudiera verse en el espejo de cuerpo completo. Una sonrisa se extendió por su rostro mientras revisaba los pequeños detalles y sus ojos brillaron al encontrar el nombre que me había pedido estuviera oculto en el tatuaje — Es justo lo que quería — susurró emocionado, sonreí agradecido de haber terminado y le pedí me esperara mientras iba a buscar lo necesario para limpiar y cubrir el tatuaje.

Veinte minutos más tarde salió del local con una lista de instrucciones que tendría que seguir para cuidar el tatuaje durante las siguientes semanas, Nanon se había encargado de cobrarle mientras me ocupaba de limpiar la silla y deshacerme del material utilizado, y al salir de la parte trasera me encontré con mi omega sentado en la misma silla esperando por mí con sus manos descansando sobre su vientre.

— ¿Listo para irnos, Porcelana? — me miró por encima del hombro, asintiendo ligeramente, los movimientos del guisante eran cada vez más notorios para el resto que no era Nanon y mi omega disfrutaba buscar el lugar donde el cachorro decidía acomodarse a descansar, aunque a veces le rogaba que buscara un lugar diferente porque lo hacía ir al baño muchas todo el día.

Me acerqué sentándome de vuelta en el banquito, colocando mis manos en el mismo sitio donde él tenía las suyas y sentí a nuestro guisante acomodarse seguramente cansado de esperar por ir a casa, sonreí mirando a Nanon con todos esos sentimientos que cada día se volvían más intensos.

— Creo que ya tiene sueño — susurré inclinándome hasta dejar un beso en el lugar exacto donde podía sentir al cachorro.

— No, está molesto porque pasaste mucho tiempo con ese otro omega — sonreí de lado con una ceja alzada, acusar al guisante de los celos era nuevo.

Mío  || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora