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UN ALFA ROTO

OHM

La habitación se sentía demasiado grande, el silencio era abrumador y el aroma que había dejado en la cama amenazaba con convertir cada sueño en pesadilla. Llevaba horas mirando un punto fijo en la pared tratando de comprender sus palabras, ni siquiera me había dado una explicación y me costaba aceptar que de verdad quisiera quedarse ahí, mi alfa se negaba a creer que mi bolita de algodón que hacía solo unas horas me había rogado lo llevara a casa, ahora quisiera estar tan lejos.

Rememoraba cada uno de sus gestos en mi mente, convenciéndome de que en realidad estaba ahí porque le estaban forzando a hacerlo, aun cuando él me había jurado que no era así. No pudimos hablar mucho, me tomó por sorpresa su respuesta y no tenía idea como abordar la situación sin dejar en evidencia que el cachorro era mío, y él solo decía que estaba bien, que quería quedarse con sus padres, que lo cuidarían bien y que tendría un lugar cómodo para dormir, pero su madre no me dio muchas opciones, tan pronto pudo nos cerró la puerta con la advertencia de que quería las cosas de Nanon de vuelta lo antes posible.

Estuve a punto de perder el control, quería aporrearle la puerta hasta tirarla para llevarme a Nanon a un lugar donde pudiéramos hablar bien, donde no hubiera más personas observándonos, pero los chicos me impidieron hacerlo, sabía que lo hacían por mi bien, pero la frustración estaba matándome. Ninguno de ellos podía comprender que me volvía loco con cada minuto lejos de mi familia, sentía que no podía proteger a nuestro cachorro y un miedo inexplicable se había instalado en mi pecho haciéndome temer lo peor. La doctora había dicho que teníamos que estar juntos, el hospital había dicho que necesitaba una marca y yo estaba aquí sentando en una maldita cama vacía sin saber cómo llegar a ellos.

El primer día me negué a empacar sus cosas, porque en el fondo esperaba que apareciera en cualquier momento en la puerta del local o en el camino a la casa, pidiéndome que le abrazara porque tenía frío.

Para el tercer día rumores empezaron a correr por la ciudad, hablaban de como Nanon había regresado después de haber huido con nosotros, cada quien tenía una versión diferente de la historia, pero el resultado siempre era el mismo, sus padres le habían sacado de nuestra casa de mala muerte.

Para el quinto día me instalé a unos metros de su casa, como un jodido acosador que ansiaba el instante en que saliera al menos un minuto, pero ya no soportaba la lejanía, mi alfa estaba fuera de sí tratando de encontrar a su cachorro y por más que me esforzaba por tranquilizarlo, nada parecía funcionar, al menos estar un poco más cerca donde pudiera vigilar a los que entraban o salían, me traía algo de paz, aun cuando nunca podía verlo a él.

Durante mi segundo día de vigilancia vi entrar a dos chicos que creía haber visto antes, pero no sabía de donde, estaba seguro de que eran tan jóvenes como nosotros así que no fue difícil descubrir que eran amigas de Nanon y empecé a rogar porque le hicieran salir al menos un minuto. Las horas pasaron, los chicos se fueron, su padre regreso a cenar y poco antes de las siete un rostro que reconocía vagamente se instaló en la puerta esperando a que le dejaran entrar.

Apenas abrieron del otro lado, mi alfa dio un paso más cerca y su bonito rostro apareció en mi radar después de tanto tiempo, tenía las mejillas sonrojadas y los ojos llenos de un singular brillo, sonreí sin poder evitarlo, hasta que el chico se estiró para dejar un beso en la mejilla de mi bolita de algodón y él le sonrió como si hubiera esperado años por eso. La puerta volvió a cerrarse, dejándome fuera de lo que sea que estuviera ocurriendo del otro lado y con una sonrisa descolocada.

Los rumores volvieron, ahora mencionando a una tercera persona, un chico llamado Wen que según las personas había estado buscando a Nanon todo este tiempo, todos hablaban maravillas de él y hacían suposiciones sobre la relación que ambos mantenían. Y por primera vez alguien nombro al cachorro que Nanon esperaba.

Mío  || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora