Capítulo 4

4.1K 495 20
                                    

    Así las horas pasaron y el sol empezaba a formar un atardecer que disfrutaste de ver, y por fin, los enemigos empezaron a llegar a vosotros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


    Así las horas pasaron y el sol empezaba a formar un atardecer que disfrutaste de ver, y por fin, los enemigos empezaron a llegar a vosotros.

    Primero, un avión que antes de llegar a sobrevolar nada, fue explotado por un misil; luego, un tanque que pasó por unas minas y no pudo continuar. Y así, ataques continuas que a través de la distancia, fueron causando daño.

    Cuando poco más quedó por hacer con eso, coches y militares a pie empezaron a llegar cargados de balas para vosotros hasta los dientes, por lo que empezó una balacera con los enemigos acercándose cada vez más.

— "¡Ese es mío!"— Gaz te avisó por radio acabando con quién tú tenías en la mira.

— "Cabrón, no me robes más"— reprochaste con una risa.

     Price dio una vuelta al perímetro con sus prismáticos y vio, acercándose al terreno, a un coronel enemigo, reconocido por las medallas y el pequeño escudo reglamentario que portaba.

— "Coronel a la vista, no lo maten"— ordena Price—"Inhabiliten".

— "Ese es mío"— avisas por radio observándolo por la mira del arma y acariciando el gatillo.

— A mi señal, Leopardo— Price mueve sus codos sobre la tierra quedando más cerca de tí, sin dejar de mirar por los binoculares.

— Dispararé cuándo lo vea conveniente— dices con seriedad.

    Esperas su orden sin dejar de mirar el arma.

    Reaccionas a tiempo para patear la pierna de la persona que tienes detrás  haciendo que se doblara, te alejas de tu arma volteando tu cuerpo y viendo a un francés, a quién reconociste como enemigo al ver el cañón de su pistola apuntando hacia tí tan pronto como se recuperó de tu golpe; además, de por ir acompañado de otro militar que se lanzó hacia Price con un cuchillo, quiénes forcejeaban en el suelo.

    De manera rápida, pateas la mano del enemigo hacia arriba haciendo que soltara un disparo al aire, te enderezas corriendo sacando tu cuchillo y te abalanzas contra él, tirándolo al suelo contigo encima.

    Inmovilizas su mano armada contra la tierra y apuñalas su pecho tras unos segundos de calibrar dónde estaba el corazón, matándolo en el acto.

    Sacas el cuchillo del pecho ajeno y volteas a ver a Price, quién durante tu pelea, consiguió ganar la suya, quedando encima de la espalda de su contrincante y partiéndole el cuello con sus brazos.

— ¿Estás bien?— pregunta cuando se gira para mirarte.

— Sí, ¿Lo está usted?— gateas rápidamente hasta tu arma y observas por la mirilla.

— Sí— lo escuchas responder mientras te dedicas a intentar localizar al coronel.

— Mierda— gruñes. — "¿Alguien ve al coronel?"

Rebelde [John Price] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora