Capitulo 2: "Extrañarse" ✓

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"Esos cabellos, son, tan crespos y lindos, brillan en su amarillento color cada que los rayos del sol los tocan y acarician, ¿que pasaría si yo los acaricio?, deben de ser muy suaves..."

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Labios sabor a cigarrillos
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Al final del día, sí, lo habían mandado al hospital, éso le hizo carcajear ya que le demostraba que los hombres rusos no eran más que idiotas cabezas huecas, y que ni siquiera tenían fuerza para defenderse de mujeres.

Las retuvieron he incluso le apuntaron y tumbaron contra el piso, apresandola para ver qué no hiciera nada, lo hipócrita del asunto era que ni dementes apresarían a Urss de esa manera, al menos no de no querer morir. Ella sólo se quedo viendo cómo la arremetían con una sonrisa, juraría que le escuchó decirle "¿Y ahora quién es la golfa?", pero no podía corroborarlo totalmente, sólo le saco el dedo medio cómo pudo y de inmediato notó la expresión berrinchuda en el rostro de la comunista, que no tardo en volver a su acostumbrado porte serio y recto— Déjenla que se largue a su casa* de una vez, y al desgraciado que está en el piso, lo quiero aquí mañana, me importa poco si aún no estará recuperado de los golpes, tiene un trabajo y si único deber es cumplirlo. —sentenció Urss, con las manos tras la espalda, mientras veía a sus hombres, los cuales asintieron y finalmente soltaron a la alemana.

Urss se fué por su lado sin despedirse cómo siempre, su peinado se había arruinado en medio de la pelea, por lo que sus cabellos acabaron sueltos, demostrando que llegaban a la mitad de su espalda y estaban conformados por rulos al final. Se veían suaves, tersos, cómo seda, tan bellos, aprovecho que fué soltada no pudo evitar está vez correr a su lado y pasar una mano por su espalda, cómo si la sobara cuando enrealidad estaba prestandole más atención a sus cabellos, eran suaves como lo pensó, el tacto era... ¡divino!, ¿¡que shampoo usaba está mujer!? Inmediatamente pensó en algo para no parecer una idiota y no crear un momento tenso— Uff, ¿otra vez te vas sin despedirte?, sabía que me amas pero no tanto Urssie. —el tono sarcástico y juguetón se le notaba a lenguas, y justamente, la rusa volteó a verla mientras mantenía una mueca antes de contestarle— Normalmente me voy y no dices una maldita mierda, ¿que quieres ahora? —«Tan linda como siempre» pensó Third ante la agresividad que demostraba.

—Nada, nada, sólo acompañarte ya que de igual modo nos vamos por la misma puerta. —de un modo u otro decía la verdad, sólo había una puerta de salida y entrada, pero eso sólo extrañó más a la de rasgos siberianos, que finalmente quedó sin poder decir otra cosa por que era cierto, iban a salir por la misma puerta. Entonces Third quitó su mano de la espalda de Urss, le habían maravillado esos sedosos cabellos, eran tan suaves y lindos. Acercó su mano a su rostro perpleja por que aún tenía la sensación de estarlos acariciando, pero entonces por impulso la acercó de manera apenada y cohíbida a su nariz, (deseando internamente que nadie la viera por la pena), para olfatear un aroma que antes no desprendía... olía a rosas y violetas, era un aroma encantador y peculiar, ¿eso venía del cabello de Urss?, bueno, tenía lógica.

Sinceramente, en vez de pensar en envidiar el producto que se implantaba en el cabellos, sólo quedó maravillada.

Finalmente, salieron juntas y cada una se fué por su lado, ambas a pie, una por gusto propio y otra por qué tenía prohibido rotundamente usar autos a menos que fueran taxis, realmente Third Reich seguía cumpliendo una penitencia* y la seguiría cumpliendo hasta que... bueno, no había un final específico, tenía muchas prohibiciones, y entre esas la más importante era que no podía salir de la ciudad, debía permanecer en Moscú. ¿Era la primera vez que mandaban al hospital a uno de sus psicólogos?, no, era la novena y de un modo u otro está desquiciada las contaba y ya quería que llegaran a la décima vez.

Labios sabor a cigarrillos | (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora