Capitulo 9: "Mariposas en el estómago" ✓

50 6 16
                                    


"Ayúdame, las siento revolotear y me hacen asustarme...
Ayúdame, creo que voy a vomitar...
Ayúdame, ellas me aterran, las mariposas en mi estómago no me quieren abandonar..."

┏━━━━━━━━━━━━━━━┓
Labios sabor a cigarrillos
┗━━━━━━━━━━━━━━━┛

Iván no sirvió para nada, de hecho, había intentado llamarla al menos ya cuatro veces al día siguiente, y cada que escuchaba su voz, le cortaba en automático, ¿se enojó con él?, por supuesto, no le dió lo que quería y eso la volvió berrinchuda, ¡es cómo que vallas al doctor para ver que enfermedad tienes, y esté no te diga nada!, y que de hecho, el ejemplo está casi perfecto ante la situación.

—Ahhh, me quiero meter un tiro. —murmuró contra el afelpado y cómodo sofá color mantequilla, antes de sentir cómo un peso llegaba de repente a sus hombros y sus ojos lagrimeaban con desespero, cosa que no permitió que subiera de nivel antes de alzar el rostro y limpiarse las lágrimas rápidamente, eran las cinco de la tarde y no quería ser descubierta en un estado tan demacrado por justamente la persona que evitaba a toda costa, ya que lo usaría para burlarse de ella. Y no permitiría que eso pasará. Ya habían pasado cuatro días desde que habló meramente con ese hombre, y no quería saber nada de él por la irá y el orgullo

Gruñó, con cara de pocos amigos, antes de levantarse y caminar descalza hasta la cocina, para tomar un bocadillo, no tuvo estómago para desayunar y no tenía ganas se almorzar, igual no le haría daño fácilmente, no era una humana normal, y tenía tanto pros como contras— Dios, se que no he sido la mejor de todas las personas existentes, pero, ¡deja de joderme la existencia con todos los líos mentales que me mandas!, amén. —inclusive unió sus manos cuando dijo ese "amén", cómo si antes no le fuera insultado al mismísimo Todopoderoso que según su religión, podía quitarle la vida cuando lo deseará, siendo eso una pérdida de tiempo, era prácticamente inmortal y le dió siempre una encantadora sensación de poder que jamás podría sacarse de encima.

You look like an angel, look like an angel.
Walk like an angel, walk like an angel. Talk like an angel. But I got wise…* —comenzó a cantar en voz baja una canción de Elvis Presley, mientras abría la alacena y sacaba una caja de galletas de soda, para luego cerrarla y dirigirse al refrigerador con la idea de también agarrar algo de queso o alguna cosa para juntar con las galletas, pero entonces a sus espaldas sonó por quinta vez en el día, el molestó tono de el teléfono, casi adivinaba de quién era la llamada, por lo que a pasos rápidos, largos y hastiados, llego rápidamente hasta dónde se encontraba, al lado de la ventana que en la madrugada tanto le aterraba, y de inmediato lo alzó—, ¡ya te dije que sí no pudiste ayudarme cuándo te lo pedí, no lo necesito aho- —fue interrumpida— Callé y escuché señorita Reich. —obedeció ofendida, mientras de sentaba en el piso, viendo a todas direcciones para revisar que Urss no estuviera por allí, para luego abrir la caja de galletas y sacar una que de inmediato llevo a su boca (técnica para callarse a sí misma).

Lamento no haberle dado las respuestas que deseaba en el momento dónde las requería, pero usted debe resolver eso, no yo. El único consejo que puedo darle es... —paró unos momentos, cuestionandose sí de verdad sería una buena opción, para finalmente acabar por decidirse—, que escriba lo que sienta, tome una libreta y liberé todas sus frustraciones a puño y letra, puede servirle cómo desahogó, y sería perfecto ya que no quiere que nadie más sepa del tema. —¿la logró callar al menos más de unos cuatro o seis minutos?, por supuesto, se quedó pensando en lo que le dijo mientras mantenía aún su amargada cara. ¿Para que mierdas le serviría escribir lo que ni siquiera entendía?, ni siquiera logró poder salir de su ofensivo desconcierto antes de volverlo a escuchar hablar—, si yo le doy la idea de lo que tiene, que tampoco puedo decir perfectamente que es, fallaré cómo psicólogo, ya que yo no le debo dar respuestas, si no guiarla para qué usted misma las encuentre, claro también, dependiendo de también que sea lo que acontesca a la situación. ¿Gustaría reunirnos no profesionalmente para platicar de ésto mañana?, no le recomiendo decirle ésto a nadie más, porque podrán tomarla de loca, enferma, o incluso repartirlo cómo pan caliente de oído a oído hasta que llegué al de la señorita Urss, y dudo que eso le guste.

Labios sabor a cigarrillos | (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora