XXII

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JunMyeon buscó el teléfono con la mano antes de abrir los ojos. Lo encontró sobre la mesita de noche, donde no recordaba haberlo puesto. Lo tomó con las manos temblorosas y se echó hacia atrás. Las lágrimas se le salían de los ojos. Tenía una docena de mensajes de Xiumin y de su madre. El más reciente lo había recibido tan solo unos minutos antes. Eun-woo estaba bien.

Antes de poder respirar siquiera, JunMyeon se vio asaltado por otro recuerdo que le vació los pulmones.

SeHun.

Casi lo había atacado. Lo había obligado a hacerle el amor... y ya no recordaba nada más.

De repente JunMyeon sintió un movimiento silencioso. SeHun estaba vestido solo con unos pantalones y entraba en la habitación con una bandeja. El aroma a café caliente y cruasanes recién hechos inundaron sus fosas nasales y casi lo hacen perder la razón. Sofocando las dudas que l,m asaltaban, se esforzó por encontrar palabras para romper ese silencio tenso mientras SeHun colocaba la bandeja sobre la cama y se sentaba a su lado. Sin levantar la vista, le sirvió una taza de café y le untó mantequilla en un cruasán, añadiendo mermelada de fresa, su favorita.

JunMyeon hubiera querido decirle que no tenía por qué quedarse, ni atenderlo, pero no tuvo tiempo. De pronto SeHun le llevó el cruasán a los labios, JunMyeon quiso rechazarlos, pero fue la mirada de SeHun lo que lo hizo desistir y mordió el exquisito pastel.

Unos segundos después SeHun comenzó a hablar.

—Me han dañado de muchas formas posibles y soy culpable de tantas cosas que apenas existen palabras para describirlo, pero Eun-woo... —SeHun se quedó en silencio por unos segundos tragando el dolor que atravesaba su sistema al pensar en su inocente hijo—. él es la inocencia y el amor personificados. Y tú... Por Dios, JunMyeon, tú... A pesar de todo lo que has sufrido, eres luz y heroísmo. Y aunque yo no puedo respirar sin ti...

La afirmación era tan grande que JunMyeon no pudo contener toda esa angustia que lo había embargado durante tanto tiempo.

—¡Pero si llevas semanas sin acercarte a mí! —replico JunMyeon con los ojos iluminados de incomprensión e incredulidad.

—¿Es que no te diste cuenta de lo mucho que luchaba contra mí mismo para no hacerlo? —cuestiono SeHun avergonzado.

JunMyeon sacudió la cabeza. Toda la resignación se esfumó de repente.

—¿Por qué SeHun? —le preguntó JunMyeon asombrado—. ¿Por qué tienes que resistirte a mí?

—Porque lo arruiné todo entre nosotros y de todas las peores formas posibles, tanto en el pasado como en el presente. —jadeo SeHun odiándose a sí mismo por haber estado tan cegado por su deseo de venganza y orgullo que no había pensado en los motivos de JunMyeon para haberlo dejado hace años—. Pero incluso después de haber descubierto la extensión del daño que te había hecho, tú todavía me diste otra oportunidad, pero solo por el bien de Eun-woo. Yo me estaba volviendo loco de deseo por ti JunMyeon, pero, aunque sabía que aún me deseabas, la intimidad física no había servido más que para alejarte de mí aún más, haciendo que me despreciaras, y te despreciaras a ti mismo también. Y yo no me culpé por ello. No sabía si tenía algo más que ofrecer, aparte de todo aquello que rechazabas, así que preferí reforzar la regla que impedía todo contacto para ver si así podía ofrecerte aquello que nunca te había ofrecido antes, para ver si había algo dentro de mí que me hiciera merecedor de ti, de Eun-woo, merecedor de esa gran familia que me aceptó como uno más gracias a ti.

Cada una de esas palabras logró desentrañar la maraña de confusión en el que JunMyeon se había perdido: SeHun aún lo deseaba.

SeHun siguió adelante, disipando las últimas dudas, dándole más de lo que jamás hubiera esperado.

BAJO EL CIELO DE LA TRAICIÓN- SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora