35. Yo no había ido para esto

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35. Yo no había ido para esto

-¿Lo has cogido todo?- le pregunté a Henry por décima vez.

Mi hermano me miró enfadado.

-¡Que si Xavier! Tengo muda para el día siguiente, mi pijama, la medicación y mi botón del pánico para llamar a una ambulancia por si me pasa algo.

-¿Y el cepillo de dientes?

Me lo lanzó a la cara, por suerte me aparté a tiempo. Al girarme me di cuenta que el que había volado había sido el de mamá por lo que el suyo también lo tenía en su mochila.

-De verdad que voy a estar bien, solo me voy a quedar a dormir a casa de un amigo.

Suspiré.

La cuestión es que era la primera vez que pasaba la noche en una casa que no fuera la nuestra. Y temía por él, por si le podía dar un ataque y yo no estaba allí para ayudarlo. Sin embargo, no podía obligarle a quedarse porque eso sería como meterlo en una cárcel, castigarle por una enfermedad que ya de por si le hacía miserable.

No podía hacerle eso, no podía quitarle la poca normalidad que conseguía.

Le revolví el pelo.

-Por favor, pórtate bien- le pedí- cualquier cosa me llamas, me da igual la hora.

Sonrió.

-No te preocupes. Además, vas a estar tan ocupado esta noche que ni te acordarás de mí. Estoy seguro que las trillizas sabrán entretenerte.

Lo dudaba. Una parte de mí siempre estaría pensando en él.

-¿Tenías que decirles que tenía que quedarme en su casa?- alcé una ceja.

-Aquí lo único que harás es dar vueltas- dijo serio- pensando en cómo estaré, por lo menos con las chicas estarás acompañado.

Negué con la cabeza.

-Anda, vamos a llevarte que llegarás tarde.

Ambos cogimos nuestras mochilas y salimos de la casa. Henry no paró de hablarme emocionado de todo lo que harían en su fiesta de pijamas. Yo me limitaba a asentir.

Cuando dejé a Henry con su amigo, no me quedó más remedio que ir hacia la mansión. Porque si no iba las chicas eran capaces de plantarse en mi casa, y a ver como cabíamos los cuatro en mi cuarto. Porque el de mi madre estaba prohibido ya que vendría muy tarde.

Gabriel me llamó por el camino.

-Hola traidor- me saludó- ¿disfrutando de tu fiesta de pijamas?

-Todavía no he llegado- suspiré- y ya te dije que no lo hacía por propia voluntad.

-Si claro- murmuró enfadado- cualquiera que estuviera en tu lugar iría de lo más campante. Tío, vas a pasar la noche en una mansión con tres bellezas y encima una resulta que es tu novia.

Bufé.

-Preferiría estar en casa estudiando.

Tenía cosas con las que ponerme al día. Y estaba seguro que no podría con ellas a mi lado.

-¡Disfruta del momento chico! Si yo estuviera en tu lugar...

-Ya te habrían echado a patadas de la casa- le corté- por no mencionar que acabarías escondiéndote en la mía por haber ofendido alguna. Te veo capaz hasta de enfadar a Bree.

-Eso me ofende.

Rodé los ojos.

-Lo que tú digas.

Estrellas de una misma constelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora