14. Descontrol
-Desde que tienes más amigas estás insoportable- me increpó Gabriel cuando salí de mi casa para quedar con él- antes de dabas mucha más prisa.
Rodé los ojos.
-Me sigo dando prisa para ir a estudiar- bufé- no para ir a una fiesta.
-¡Pero si va a ser genial!- me codeó- vamos a estar rodeados de toda la gente popular, y como es la casa de Archie no nos podrán echar. ¿No es magnífico?
No era ese el adjetivo que yo utilizaría.
Al parecer los del equipo de fútbol tenían una regla de hacer una fiesta una vez al mes, sin embargo, hubo un problema y los padres del chico que la iba a organizar no se fueron de viaje. Por lo que se quedaron sin casa.
Ahí es donde entró Archie, el presidente del club de debates, que ofreció su casa y varios barriles de cerveza. Aceptaron sin dudarlo porque la otra opción era no realizarla, pero Archie pidió poder invitar a un par de amigos. La mayoría de ellos se negó claramente, y Gabriel fue el único imbécil que aceptó sin dudarlo.
¿Quién querría ir a ese lugar para que te humillaran?
Mi amigo que era masoquista.
Pero claro la madre de Gabriel no estaba muy segura de dejar a su hijo ir a esa clase de fiesta, y a él no se le ocurrió decir otra cosa que iba a ir. Antes de que pudiera negarme su madre llamó a la mía y ya no podía echarme para atrás.
Ese era el motivo por el que iba con él.
Me debía una muy grande y pensaba cobrármela con intereses. Me lo llevaría a una guerra de ofertas, y le tiraría a las viejecillas de cebo.
-Lo que tú digas- murmuré- pero nos vamos temprano a casa.
-¡Que si!- dijo- ya verás, vamos a ser los próximos populares y acabaremos sentándonos con ellos en el almuerzo.
Lo dudaba.
-Deberías haberte especializado en lengua- declaré convencido- en lugar de matemáticas, porque tienes una imaginación enorme. Tendrías un gran futuro como escritor.
Gabriel me enseñó el dedo corazón y apretó el paso para adelantarme.
Lo seguí a una distancia prudencial, sabiendo que en cualquier momento podría darse la vuelta para pegarme por haberle ofendido.
Sin embargo, cuando estaba seguro que se iba a dar la vuelta oímos la música procedente de la fiesta y Gabriel se olvidó de todo que no fuera la famosa fiesta. Me cogió de la mano, como si me fuera a perder, y me arrastró hacia el lugar.
Estaba un poco cansado que me llevaran de aquí para allá como una muñeca de trapo.
Gabriel no tocó el timbre, por lo que recuperó parte de mi respeto.
Porque si no era Archie quien saliera abrir probablemente acabaríamos tirados en los arbustos con algún líquido sobre nuestras cabezas.
Supuse que le había mandado un mensaje porque a los dos minutos un muchacho con unas enormes gafas rojas y con la camiseta en la cabeza nos estaba abriendo la puerta.
-¡Chiiiicos!- exclamó- ¡bienvenidos a la JUNGLA!
Por como arrastraba las palabras podía deducir que estaba borracho. Lo que me faltaba.
Nos ofreció un vaso de cerveza a cada uno que yo rechacé, no pensaba probar nada en esa fiesta, al contrario que Gabriel que la aceptó gustoso y la vació de un trago.
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Estrellas de una misma constelación
Novela JuvenilXavier tenía clara sus prioridades, sus estudios para poder mantener a su familia, y su hermano pequeño. Hasta que le llamaron para convertirse en el tutor de las trillizas Hart, que para empeorar su situación van a su mismo instituto. Pero Xavier n...