36. Mis cuñadas me quieren matar

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36. Mis cuñadas me quieren matar

Me despertó un sonido estridente.

Era un incesante golpeteo en la puerta que amenazaba con no parar nunca, así que me acurruqué junto a Rayla e intenté ignorarlo todo lo posible. La agarré con las caderas pegándola todavía más a mí con mimo, habíamos estado haciendo la cucharita toda la noche.

Me gusta eso de poder abrazarla durante la noche.

Ahora entendía el motivo por el que mamá le costó al principio dormir sola cuando se había ido papá. Era difícil retroceder a un estado más incómodo.

Entonces sentí como mi novia se removía entre mis brazos, indicándome que se estaba despertando. Hundí mi cara en su cuello, en un intento de que continuara dormida a mi lado.

-Van a tirar la puerta abajo- dijo con voz adormilada.

-Me da igual- me quejé.

Rayla soltó una risita y me acarició la cabeza.

-¡¿Qué queréis pesadas!?- gritó- estoy intentando dormir un rato más, dejadme en paz.

Claro, tendría que haber supuesto que serían Fiona y Bree.

-Pero es que no encontramos a Xavier- se quejó Bree- fuimos a despertarlo a su cuarto pero no había nadie. ¿Sabes dónde puede estar? ¿Si se cambió a otra habitación?

Rayla apretó los labios para no echarse a reír.

-Por favor- le pedí- no seas mala.

Porque sabía que estaría encantada de saltar a la mínima oportunidad, para dejarme en vergüenza.

-No lo sé- mintió- puede que esté en la cocina siendo un buen novio y haciéndome el desayuno. ¿Por qué no vais a revisar?

-¿No vas a salir?-preguntó Fiona extrañada.

-Ahora voy- bufó- una tiene que vestirse y ponerse guapa. No voy a dejar que el tonto de Xavier se asuste con mi aspecto de recién levantada y me deje.

Rodé los ojos.

Me gustaba su aspecto de recién levantaba. Su pelo revuelto, labios hinchados, ojos llorosos por acabarse de despertar.... Podría estar toda una vida mirándola y no me cansaría.

-Claro, ahora... ¡¿Fiona!?- chilló Bree.

En ese justo momento la puerta se abrió e inmediatamente me escondí debajo del edredón, mientras Rayla se reía por la situación. Ella no parecía mínimamente avergonzada.

-Sabía que tendrías que estar aquí- comentó Fiona- era imposible que Rayla te dejara dormir solo.

Tragué saliva nervioso.

-Es tan achuchable- no la veía pero sabía que estaba haciendo un puchero.

En ese momento sentí que me estaba asfixiando y no me quedó más remedio que sacar la cabeza avergonzado. Fiona tenía una sonrisita divertida en el rostro, mientras que Bree observaba las prendas tiradas por el suelo.

Supongo que no era normal ver algo fuera de lugar en el cuarto de Rayla.

Bree cogió la parte de arriba del pijama de su hermana y alzó una ceja.

-Podías haber esperado a estar sola.

-Estábamos solos- indicó- te habías ido a por Fiona.

Me sonrojé.

Tenía la teoría de que las trillizas les encantaba torturarme. Al menos una de ellas era mi novia, pero las otras dos no tenían excusa.

Fiona se sentó encima de la cama y yo me pegué más a Rayla, en un intento de que no notara mi desnudez. Pero seguro que ya había visto mis calzoncillos de cohetes tirados por el suelo.

Estrellas de una misma constelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora