6. Lo que él quiere
-No me jodas que has logrado que aprueben los exámenes- me soltó Gabriel mientras caminábamos hacia los vestuarios.
Asentí orgulloso.
-Bree está sacando cincos y seis, todavía sigo sin encontrarle el método para enseñarle correctamente. Pero Fiona ha subido muchísimo, ahora saca sietes y ochos.
Gabriel parpadeó asombrado.
-De un dos a un ocho- negó con la cabeza- increíble.
Sonreí.
La verdad que hasta yo mismo estaba sorprendido por los pasos que estaban dando. Incluso el padre de las trillizas me había llamado antes de lo normal para felicitarme por mis buenos resultados con sus hijas.
-Solo hay que encontrar la manera- expliqué- cada persona tiene métodos distintos que le funcionan.
-¿Y Rayla?- preguntó curioso.
Llegamos a los vestuarios, la mayoría de los chicos ya estaban con su ropa de deportes y se estaban marchando. No era una casualidad, ambos habíamos calculado el tiempo medio que tardaban en cambiarse para entrar, ya que así nos ahorrábamos muchas risas a nuestra costa pues para los deportistas sino estaban marcado eras una posible diana.
Yo no era feo, pelo negro como el azabache, una estatura alta y estaba en forma, lo suficiente para mantener mi media en gimnasia. Lo que más destacaba de mí eran los ojos de color azul brillante.
Pero, como había decidido centrarme en los estudios, era considerado un bicho raro.
-Pues... es complicado- murmuré.
Rayla seguía estando reacia a pasar tiempo estudiando con nosotros. Al percatarse que no podría convencer a sus hermanas, cada vez que entraba por la puerta ella se iba a un ensayo o se encerraba en su habitación.
Era dura de roer.
Y todavía no sabía cómo hacer que se centrara.
-No aprobó el último examen ¿verdad?
Negué con la cabeza.
Cuando entregaron las notas levantó el examen en mi dirección y me señaló el enorme cero con una sonrisa de suficiencia. Orgullosa de haber sacado la peor nota posible, porque sabía que eso me jodía.
Porque no estaba haciendo bien mi trabajo, todavía una trilliza no era capaz de aprobar. O al menos no lo intentaba.
-Creo que lo hace por joderme- susurré por lo bajo- le encanta verme con el ceño fruncido.
-Eres muy gracioso- concedió- se te inflan los mofletes.
Hice una mueca.
Ambos acabamos de vestirnos y salimos corriendo hacia el gimnasio, como era habitual fuimos los últimos en llegar. El entrenador nos dirigió una mirada enfadada antes de dar una palmada.
-Un día de estos nos ahorca- le susurré a Gabriel.
Para entrenar nos obligó a correr varias vueltas las canchas.
Elton iba el primero de la cola junto a sus pocos amigos deportistas que estaban en nuestra clase. Rayla se encontraba en el medio junto a un par de animadoras, estaba claro que la chica estaba reduciendo el ritmo para ir hablando con ellas.
De la misma manera que yo corría junto a Gabriel. Podía ir más rápido y durar el doble de tiempo que mi amigo, pues corría todas las mañanas de sábado a domingo. Sin embargo, no quería dejarlo solo así que me limitaba a ir a su ritmo.
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Estrellas de una misma constelación
Dla nastolatkówXavier tenía clara sus prioridades, sus estudios para poder mantener a su familia, y su hermano pequeño. Hasta que le llamaron para convertirse en el tutor de las trillizas Hart, que para empeorar su situación van a su mismo instituto. Pero Xavier n...