31. El timador timado

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31. El timador timado

Salí del baño con una toalla colgada alrededor de las caderas. Hacía nada me había ido del hospital como otro día más, y ahora estaba a punto de ponerme mi pijama y estudiar algo.

Llevaba un par de días dándole vueltas a mi plan para hacer que Rayla me revelara sus verdaderos sentimientos. Aunque no se me ocurría gran cosa.

Tenía claro que para hacer lo que sea debería estar con ella, pero parecía que me estaba evitando. Seguía hablándome con normalidad en clase pero no se quedaba a solas conmigo, siempre se buscaba alguna burda excusa y se iba.

Incluso Elton estaba diferente.

La charla que habíamos tenido en el hospital le había abierto los ojos, porque ya no quedaba rastro de la chulería que tanto lo había caracterizado. Estaba mucho más amable e incluso se disculpaba cuando se chocaba con alguien.

Rayla no parecía muy impactada. Decía que si estaba haciéndolo para conquistarla debió de hacerlo mucho antes.

Me alegraba.

¿Qué tan mezquino podía ser?

Pero yo quería que Rayla me eligiera a mí, y si los actos de Elton la conmovían eso me pondría las cosas todavía más difíciles. Como si no lo fueran ahora.

Mi teléfono sonó.

¿Por qué Fiona me llamaba a estas horas de la noche?

Ella sabía que era mi momento de estudio, de ponerme al día con toda la materia que estábamos dando. Además, debía aprendérmelo para poder darles clases cuando le dieran a Henry por fin el alta que sería dentro de aproximadamente una semana.

Estaba evolucionando bien, mejor de lo esperado. Y eso era un alivio.

Cogí el teléfono y descolgué.

-Espero que sea algo importante para que llames en mi momento de relajación.

No la veía, pero sabía que ahora mismo estaba rodando los ojos.

-Yo no llamaría relajación a estudiar. De verdad que eres un muermo, que suerte tuviste de conocernos y empezar a vivir un poquito.

Sonreí.

-¿Entonces alguna novedad?- pregunté mientras caminaba hacia mi habitación.

-Tienes que venir al hospital.

Fruncí el ceño.

-¿Estás en el hospital? ¿Qué haces ahí? ¿Está Henry bien?- pregunté a toda velocidad cogiendo una de mis sudaderas de color negro y unos vaqueros para salir cuando antes de casa.

-Está todo bien- me relajó Fiona- pero Henry dice que tienes que venir.

-Si fue él quien insistió para que me fuera- dije confuso.

-Dice que la situación es completamente diferente ahora.

Suspiré.

-Voy para allá- y colgué.

Sabía que sería algún capricho de mi hermano y que no le estaba pasando nada grave. Pero, la posibilidad de que fuera de esa manera y que yo no fuera a verlo me mataba.

Así que prefería dar una carrera por si acaso, que vivir toda la vida pensando que habría podido estar allí para apoyarlo.

Me vestí y salí en dirección al hospital, por el camino le mandé un mensaje a mamá indicándole que estaría más de lo normal en la habitación con Henry porque me daba pena dejarlo solo. Por si salía antes de tiempo, como estaba haciendo últimamente, y no me veía en casa.

Estrellas de una misma constelaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora