28- No me vuelvas a llamar Gavi

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Candela

-Buenos días mi niño. -Digo.

Pablo se vuelve a meter entre las sábanas y yo sonrío.

-Hay que ir a la masía Pablo. -Me tumbo encima de él y me mira raro.

-¿Para?

-Porque hoy es el día de reyes, y hay una sorpresa... -Sonrío.

-No amor, ¿para qué me compras nada?

-¿Te meto una hostia? -Pregunto sarcásticamente. -Te recuerdo que te gastaste un pastizal en mí el día de navidad.

-Me la pela. -Se encoge de hombros y luego bosteza.

-Va tío, levanta ya.

-Beso.

-No, te lavas los dientes. -En verdad me da igual, solamente quiero que se levante.

Él se cruza de brazos y resopla. Yo me levanto de encima suya y vuelve a soplar.

-Deja de soplar, ¿quieres? -Le miro.

-Diji di siplir, ¿quiris? -Me mira sonriente y me agacho a buscar mi ropa en mi maleta.

Saco un top gris oscuro de cuello alto, y unos pantalones grises claro de chándal.

-Ese tanga es el que compramos ayer. -Se ríe.

-¿Puedes hacer el favor de levantarte, Gavi?

-Que sí quejica, que sí. Y no me vuelvas a llamar Gavi. -En cuanto pasa por mi lado, me da una palmada en el culo, que rabia.

-¿Eres tonto o te lo haces?

-¿Iris tinti i ti li hicis? -Vuelve a imitarme, y te prometo que me estoy cabreando.

-Vete a la mierda Pablo, no voy a ningún lado. -Tiro la ropa de mala manera a la maleta y me vuelvo a tumbar después de coger mi móvil de la mesita de noche. -Si te quieres ir a la masía, vas. Si no, te acuestas, te callas y me dejas en paz, ¿claro? Guay.

-Pero si era una bro... -Lo interrumpo.

-Me da igual, déjame. -Digo alzando un poco el tono, suspiro y vuelvo a relajarme.

-Que me dejes hablar me cago en la ostia, ¿no ves que es una puta broma?

-No. -Salgo de la habitación dando un portazo, y me dirijo a la cocina.

Voy con Pedri y Fer, les doy un abrazo a cada uno antes de sentarme en la mesa del comedor.

-¿Qué hacéis tanto discutir? -Pregunta el pequeño de los hermanos.

-¡Candela ven! -Grita Pablo desde la habitación.

No recibe respuesta de mi parte, así que le contesto a Pedri.

-Que es tonto, llevo media hora llamándolo y no se levanta. Encima se pone a vacilarme y a imitarme, sabe que lo odio.

-Siempre es así de pesado, Candela. -Ríe.

-¡Pero que es una broma coño! -Vuelve a gritar.

-¡Que no grites cojones! -Repito chillando, aún que le haya dicho que no lo haga. -Parece que esta sordo macho. -Digo susurrando.

Pablo aparece en el comedor, ellos le miran, yo lo evito.

-¿Puedes venir? -Me dice cuando está a mi lado.

-Eres un puto pesado. -Accedo, así que paso delante de él para ir a la habitación.

Y como si tuviera ojos en la espalda, su vista se clava en mi culo. Y en cuanto me giro, lo veo sonriendo. Al parecer ni cuenta se a dado de que lo he pillado de lleno, cierro la puerta después de que él entre y empiezo a vestirme.

Un simple mundial • PABLO GAVIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora