Lost Memories

13.

Al día siguiente.

Había encontrado la forma de que Tsuna y yo pudiésemos demostrarnos nuestro amor sin peligro. Una habitación de hotel.

Le envié una nota a Tsuna para quedar con él. Me puse la chaqueta con capucha y me encaminé hacia su casa para dejarle una nota. Pero casi me descubren. El Guardián de la Tormenta estaba en la puerta de Tsuna, esperándole. Cogi todo el valor que tenía y me encaminé hacia el buzón. Cuando estuve allí, metí la carta y pasé por delante de la puerta en el mismo momento en el que Tsuna abria la puerta.

Mi sorpresa fue ver cómo su guardián se lanzó sobre el y le abrazó. Ardí en celos en ese momento. Nuestras miradas se cruzaron y el mundo pareció detenerse. Sus ojos reflejaban sorpresa y temor. Los míos dolor y celos. Salí corriendo de allí.

No podía creer lo que acababa de ver. ¿Tsuna me estaba engañando con uno de sus guardianes? ¿Tan poco me quería? ¿Había sido todo un juego para iniciar una guerra? ¿O utilizaría este revés del destino para iniciarla? Eso me dolió en el alma.

Ya no sabia qué hacer. ¿Iba al hotel o no? Necesitaba una explicación de lo sucedido.

Sobre las cinco o así, fui al hotel esperando qué Tsuna tuviese la suficiente valentía como para dar la cara. Pero no venía. Me senté en la cama muy nervioso. Si no aparecía, nuestra relación se habría acabado. Oí unos golpecitos en la ventana. Había empezado a llover.

Me acerqué al gran ventanal de la suite. Vi los coches pasar, las luces brillar y mi reflejo triste. Miré al cielo. Gris y negro, lleno de nubes de las cuales caían gotas de agua que no mojaban todo y a todos. Volví a mirar mi reflejo y me giré para ver que lo que vi no era mi imaginación.

-Tsuna...

Estaba totalmente mojado, con la respiración acelerada y el pelo pegado a su cara.

- Siento haber tardado pero he tenido que consolar a Gokudera-kun. Chrome le ha dado calabazas.

Le miré sin llegar a creer.

- No me digas que no me crees Enma. Sabes que te quiero con todo mi corazón.

- Me puse celoso cuando te abrazó. Creí que me estabas engañando.

- Soy tuyo Enma. Recuérdalo siempre. Nunca te abandonaré.

Le besé apasionadamente. Cómo podía ser tan idiota. Todas mis dudas sobre el alcance nuestro amor se disiparon. Nos entregamos al otro en cuerpo y alma. De forma pasional. De forma carnal. Tan absortos estamos en lo que nos hacía sentir el otro, que no nos dimos cuenta de que nuestros móviles sonaban una y otra vez.

Nosotros nunca nos separariamos. Pero las sospechas entre nuestros guardianes serían lo que nos separarían.

CONTINUARÁ...