Capítulo 18: Quien heredó los ojos violetas, parte XVIII.
Yo también tengo ojos especiales.
Unas semanas después, cuando recién empezaba abril, Gustavo apareció en la puerta de mi salón de clases cuando llegó la hora del almuerzo, para avisarme que de nuevo había una visita esperándome en la dirección, supuse que otra vez me encontraría con el señor Alan cuando abriera la puerta de la dirección, pero para sorpresa mía, quienes se encontraban al otro lado eran los gemelos.
—¡Hermana mayor! —dijeron al mismo tiempo con una amplia sonrisa.
—¿Qué demonios hacen aquí? —Me giré hacia Gustavo y él supo que era momento de retirarse de ahí en silencio, esperé a que se marchara y entonces volví a tomar aire para confrontar a las dos grandes molestias que tenía frente a mí—. ¿Y entonces?
—Ignecio está en un viaje de negocios —dijo Cristopher encogiéndose de hombros.
Cristián asintió—. El centro de investigación no va a mantenerse solo. En cuanto al viejo Guilmer, ha comenzado a tener lagunas mentales, así que no servía mucho que un anciano como él viniera a recoger información si de todas formas la iba a olvidar.
—Mamá Alan tampoco podía venir porque está encerrado en su laboratorio.
—Está obsesionado con hacer focos que no utilicen electricidad.
—¿Y por qué no solo llamaron a Alexa? —pregunté—. Digo, se supone que su función es ser una intermediaria entre ustedes y yo, justo para que no tengan que venir a verme en persona.
Cristián se encogió de hombros—. Porque últimamente «Alexa» no está disponible.
Cristopher tomó el sujetapapeles que había en el escritorio y se lo colocó en el oído como si fuera un teléfono—. «Estoy ocupado en este momento, me encuentro comiendo pasteles con la pequeña Katia» —imitó a Alexander con una voz melosa.
—Nuestros viejos quieren saber qué pasa con Alexa, ¿por qué está dejando que Alexander tome el control últimamente? ¿Y quién es Katia?
Me mantuve un momento en silencio para procesar la información—... No estaba al tanto sobre la situación de Alexa... prometo que hablaré con ella, así que pueden decirle al señor Alan o a mi abuelo que esperen su llamada. En cuanto a Katia Ortega, ella es un miembro del consejo estudiantil, ingresó el semestre pasado junto con una chica llamada Dánae Frayssinet, las acepté porque me di cuenta de que una de ellas tenía un poder.
—¿Hablas de la pequeña Katia? —preguntó Cristopher.
Asentí—. Hace un tiempo le pedí a Alexa que se mantuviera cerca de ella, pero no sabía que Alexander también la cuidaba.
—¿Y qué clase de poder tiene?
—No lo sé —contesté encogiéndome de hombros—, y al parecer ella tampoco, por lo que me ha dicho Alexa, Ortega es extremadamente tímida, por lo que sus únicas amigas son ella y Frayssinet, y ambas tienen su total confianza, pese a eso, Alexa no ha notado algo que pueda darle una pista sobre el poder de Ortega.
Cristián chasqueó la lengua—. ¿Así que venimos por nada?
—Bueno —, esbocé una sonrisa y me mordí la lengua para no decir «pues sí», porque una parte de mí comenzaba a querer ser más amable con los demás—, pueden informarme a mí algo importante que haya pasado con ustedes.
—No ha pasado nada —musitó—, nunca pasa nada interesante.
—Oh, pero el otro día, Ignecio y mamá Alan volvieron a pelear —recordó Cristopher.
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Ojos Color Violeta.
General FictionEn un mundo en el que existen algunas personas con habilidades sobrehumanas, Dalila Eisenhide nació con el poder de distinguir a las personas comunes de quienes tienen esas habilidades, y por razones desconocidas, es apresada dentro de su propia cas...