Capítulo 21: Quien heredó los ojos violetas, parte XXI.
Eres especial para mí.
Unas horas más tarde, me hallé tocando el timbre de la casa de Damián mientras pensaba en lo mucho que Alexa me molestaría cuando se enterara de que lo había ido a ver. Toqué el timbre al menos unas cinco veces hasta que por fin el mismo Damián abrió la puerta, al parecer sus padres no estaban y él no tenía muchas ganas de mostrar su cara, pues cuando lo vi, llevaba puesta la capucha de su sudadera y su flequillo le tapaba la mitad de la cara, ni siquiera se le podían ver los ojos.
—Hola —saludó con voz ronca—. No me encuentro muy bien, así que lo que tengas que decirme, ¿podrías decírmelo otro día?
—¿Estás enfermo?
—Un poco.
—Da igual. —Me agaché para pasar por debajo del brazo que tenía recargado en la puerta y me invité a pasar.
—Oye, en serio, este no es un buen momento —gruñó.
Me detuve a medio pasillo y me giré para verlo, entonces caminé hacia él y le quité el flequillo de la cara para ver, como sospechaba, unos hinchados y enrojecidos ojos—. Alexa está preocupada por ti, pero debido a que está ocupada me pidió a mí verte, y me parece que tiene motivos para estar preocupada.
Apartó mi mano, un poco más rudo de lo que normalmente haría, y volvió a acomodarse el flequillo de forma que no se le vieran los ojos—. No es nada.
—¿A quién quieres engañar? Pasó algo con Anabel, ¿cierto?
Él dio un respingo que tomé como un «Sí».
—Vamos, ¿qué pasó?
—... Todo se jodió, fue la peor cita de todos los tiempos... y al final —, apretó los dientes al recordar algo—... seguro que ella sólo aceptó ir a la cita conmigo por compasión, pero sería bueno que, si ya le gusta alguien, no me ilusione.
—¿De qué hablas? —pregunté confundida, ya que, de acuerdo con los recuerdos de Andrés, era más que evidente que Anabel estaba perdidamente enamorada de Damián, así que me pareció absurdo que él dijera eso—. ¿Y de quién se supone que está enamorada?
—¡De Andrés!
Entorné los ojos—. ¿Andrés? Pero si Andrés está...
—¿Enamorado de mí? —interrumpió enfadado—. Yo ya no estaría tan seguro.
—De igual forma —, me crucé de brazos—, tú conoces mejor a Anabel que yo, pero siempre que me cuentas de ella la describes como la mejor chica del mundo con un sin fin de virtudes, piénsalo bien, ¿de verdad crees que la chica que tanto quieres sería capaz de ilusionarte, yendo a citas contigo cuando según tú está enamorada de Andrés? ¿En serio te enamoraste de esa clase de chica hipócrita?
—¿Estás tratando de darme un sermón? —preguntó contrariado.
Fruncí el ceño—. Claro que no, tonto, solo digo que pienses con la cabeza fría, yo no necesito conocerla, pero me basta con recordar las miles de veces que me hablaste de ella para saber que...
—¿¡Quieres parar con esto ya!? —gritó furioso.
—Oye, yo solo...
—¡Hablas como si lo supieras todo, maldición! Estás siendo muy molesta, no te entrometas en cosas que no entiendes. —Soltó una pequeña risa de enfado—. Que hilarante, la chica que recién consiguió su primer amigo a los 15 años quiere hablarme como si fuera la experta en relaciones. ¿Pero sabes qué? Me importa un carajo lo que me digas, no es como si fuéramos amigos en primer lugar.
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Ojos Color Violeta.
General FictionEn un mundo en el que existen algunas personas con habilidades sobrehumanas, Dalila Eisenhide nació con el poder de distinguir a las personas comunes de quienes tienen esas habilidades, y por razones desconocidas, es apresada dentro de su propia cas...