Cap. 58: La Guardiana del Escondite de un Dios.

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Capítulo 58: La guardiana del escondite de un Dios, parte I.

La Guardiana del Escondite de un Dios.

Hubo una vez una niña de ojos violetas que nació en tiempos de guerra, jamás conoció a sus padres, pero un chico de cabellos dorados decidió cuidarla y protegerla como a una hermana menor. Completamente rodeados de rufianes, ladrones y asesinos, ellos tuvieron que hacerse fuertes para poder sobrevivir, pero cuando fueron creciendo no les bastó solo con sobrevivir, les gustaba la sensación que les traía acabar con sus enemigos, y pelearon a muerte con las suficientes personas como para ser reconocidos y temidos por los demás.

Cuando se volvieron los más fuertes de aquel decadente y marginal pueblo, reunieron a los más fuertes después de ellos y armaron un ejército para atacar a los pueblos y ciudades vecinos, hubo quienes se unieron al Ejército de los Dos Hermanos porque compartían con ellos el gusto por pelear a muerte y sentirse poderosos tras la victoria, otros lo hicieron por los botines que ganaban al arrasar con los pueblos vecinos, y otros simplemente por admiración al líder del ejército, el hermano mayor, L.E.

Pero había un niño que, a diferencia de la mayoría de este último tipo, no admiraba a L.E., sino a la hermana menor, J.E., la niña de ojos violetas, y de hecho fue ésta quien lo había invitado a unirse, por lo que aquel niño se ganó rápidamente el aprecio de ella, y por ende, el aprecio del hermano mayor. Ahora eran el hermano mayor, L.E., la hermana de en medio, J.E., y el hermano menor, A.E.

El Ejército de los Tres Hermanos parecía imparable, tenían un poder y fuerza monstruosos, pensaron que ya jamás nadie los podría derrotar... pero para unos amantes de las peleas como ellos, ganar siempre de forma tan fácil y aplastante comenzaba a aburrirles, y viajaron más lejos en busca de un ejército que pudiera hacerles frente.

Y lo encontraron. Escucharon que la ciudad K tenía un ejército bastante decente, así que se dirigieron a ella, pero antes de poder poner un pie sobre ella, el Ejército de la Ciudad K les tendió una emboscada, y aunque no mataron a nadie del ETH, lo cierto era que los vencieron de una forma aplastante, pues, pese a que estaban bastante nivelados en cuanto a fuerza se trataba, el Ejército de la Ciudad K era mil veces mejor utilizando estrategias.

Debido a esto, J.E. fue capturada por el ejército enemigo, ellos querían utilizarla para amenazar a su hermano mayor L.E. y obligarlo a dar la orden de retirar a su ejército, y esto hizo que J.E. se sintiera muy humillada y su orgullo fue pisoteado, no soportaba la idea de que por su culpa su ejército se retirara por primera vez sin haber obtenido su tan familiar y conocida victoria, además de que no estaba segura de poder mirar a sus hermanos a la cara. Pero en las circunstancias en las que estaba, amarrada a un gigantesco árbol y vigilada por hombres del ECK, lamentablemente no podía hacer otra cosa más que esperar a ser rescatada.

Pero entonces, un torpe e ingenuo chico llegó por error a la base del ECK, resbaló con las raíces del gigantesco árbol y cayó frente a los pies de J.E., y ella, aprovechando que los hombres que estaban encargados de vigilarla se habían marchado por botellas de alcohol, confiando en que ella no podría escapar, manipuló al ingenuo chico para que la liberara. J.E. pensó que esa bien podría ser la primera y única vez que vería a ese ingenuo chico de nombre E.B., pero ese en realidad fue el inicio del cambio más grande que necesitaba su vida, una vida que giraría en torno a E.B. tras caer irremediablemente enamorada de él.

De alguna forma, E.B. se ganó la simpatía de todo su ejército cuando L.E. fue en busca de J.E. y los llevó a ella y al ingenuo chico al lugar donde se habían instalado tras la batalla, era sorprendente ver que al pasar el tiempo, E.B. se volvió tan importante para todos ellos que sus palabras influían en los pensamientos y decisiones de todos, era extraño, porque los miembros del ETH normalmente no escucharían a alguien mucho más débil que ellos, pero E.B. siempre tuvo el poder de decir las palabras justas.

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