Cap. 12: ¿Quién demonios es?

3 0 0
                                    

Capítulo 12: Quien heredó los ojos violetas, parte XII.

¿Quién demonios es?

Para mí estaba claro, el chico que sacó a Renata del hospital era el responsable de su muerte y me obsesioné con buscarlo, no tenía tiempo para otra cosa que no fuera eso, así que mis inasistencias en la escuela se hicieron algo normal, y por supuesto, mis calificaciones cayeron en picado. El señor Nael ya se había hartado de tratar de convencerme de que asistiera a la escuela como un alumno normal, por lo que trató de encerrarme en un internado, uno de los más caros y estrictos que había en el país, pero siempre me las ingenié para escaparme.

Finalmente, el señor Nael terminó optando por trasladarme a una secundaria pública, pensó que si de todas formas, hiciera lo que hiciera, me metiera donde me metiera, yo no tenía planes de asistir a ninguna escuela por tener como única prioridad dar con el asesino de Renata, no tenía caso desperdiciar dinero manteniéndome en una buena escuela, y, aun así, siguió intentando controlarme, esta vez usando medidas desesperadas: me ofreció ayuda para encontrar al señor Oliver.

Mi opinión sobre el señor Nael era bastante neutral, yo jamás lo vería como un padre ni estaba cerca de tenerle cariño, pero sí estaba agradecido con él, no solo era mucho mejor persona que el esposo anterior de la señora Luciana, su presencia era un tranquilizante enorme para ella y su agresividad hacia nosotros disminuyó de forma notable, además de que él siempre nos proveyó de todo lo que Renata y yo necesitamos, aunque siempre mantuvo su distancia de nosotros, porque así como Renata y yo no lo veíamos como un padre, él no nos veía como sus hijos, supongo que cuidó de nosotros solo porque lo sintió como su deber más que por cariño.

Pero en cuanto a Luciana, si de algo podía estar seguro, era de que el señor Nael la amaba, es por eso que me sorprendí tanto cuando me ofreció su ayuda, porque traer de regreso al hombre que, al menos según ella, destruyó a la señora Luciana, era demasiado riesgoso para su relación, incluso podría provocar fracturas irreparables en su matrimonio, y no creí que yo valiera la pena, al menos no para él, porque el señor Nael no ganaba con enderezar mi camino, y luego de darle muchas vueltas, terminé pensando que quizás yo le importaba más al señor Nael de lo que yo creía.

Unos meses después, él me pidió que asistiera a una de sus fiesta de negocios, la señora Luciana no iba a ir porque se encontraba enferma, y sin el riesgo de que esa mujer comenzara a gritarme de la nada y a lanzarme cosas, además de la deuda que sentía por el señor el señor Nael, acepté ir, pero la fiesta fue un total fiasco, el lugar estaba lleno de personas frívolas que solo se movían y hablaban por sus propios intereses, me obligué a sonreír muchísimas veces en lugar de arrancarles la cabeza cuando se acercaban con tarjetas de presentación, solo escuchaba cosas sobre futuros negocios por aquí y por allá, y todo el ambiente me pareció muy aburrido.

Justo cuando estaba pensando en la forma de largarme de ahí sin que el señor Nael lo notara, sentí que una persona se sentó en el sitio vacío del sillón junto a mí, y cuando me giré para ver con que horrible viejo hipócrita me tocaba fingir interés en sus negocios, me di cuenta de que no se trataba de ningún tipo viejo, sino de un chico de más o menos mi edad, de cabello castaño y ojos de color miel, que me sonreía tan hermosamente que pude apreciar sus perfectos dientes blancos.

—Hey, ¿quieres salir de aquí? —me preguntó.

Viendo a Damián a través de los ojos solitarios y hambrientos de cariño de Andrés, vi a Damián como un príncipe, uno igual al del libro que el padre de Andrés siempre le leía cuando era niño. Ahí estaba el príncipe del libro, frente a mí, rescatándome del aburrimiento para llevarme a la azotea del hotel en donde pude relajar los hombros y reír como jamás creí que volvería a hacerlo.

Ojos Color Violeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora