Capítulo 54: Quien mejor guarda secretos, parte XVII.
Él es mucho más débil.
Alrededor de un mes después, Andrés pudo controlar su poder otra vez, y al ser capaz de ver parte de los recuerdos de Dalila, se resolvieron todas las dudas que él tenía sobre nosotros. Para entonces nosotros ya tampoco teníamos dudas de Elián, pues comprobamos con el poder de Dalila que, en efecto, Elián no mentía y realmente no recordaba nada, y también nos aseguramos de que no había ningún número tatuado en su piel que indicara que era un Vestigio de REVENISH.
Esto lo comprobamos cuando decidimos darle un baño tras notar luego de una semana desde su llegada, que Elián no había hecho nada por acercarse al agua y al jabón, tuvimos que agarrarlo entre Paris, Ale, Leonardo y yo, porque el maldito le tenía miedo al agua, curiosamente, en medio de nuestra lucha por darle un baño a Elián, descubrimos que la predicción de Emily era cierta y Elián terminó siendo un maestro agua.
Bañar a Elián, fue mil veces peor que bañar a un perro, tuve que correr a la habitación de Dalila para pedirle que fuera y anulara el poder de Elián, y cuando llegamos a la habitación de Andrés, que era en donde estábamos bañando a Elián, la habitación estaba completamente inundada. Elián le tenía miedo al agua, así que de forma inconsciente usaba el agua para defenderse, pero al ver más y más agua, se asustaba más, y más llenaba la habitación de agua.
Luego de que Dalila anulara su poder, Andrés y Emily regresaron de la cocina, y Elián se dejó bañar con más tranquilidad luego de que Andrés le dijera que se dejara, eso nos hizo sentir entre aliviados y enfadados, porque si hubiéramos sabido que las cosas se facilitarían tanto con la presencia de Andrés, nunca habríamos dejados que se marchara. Y bueno, encontramos un montón de cicatrices en todo el cuerpo de Elián, y aunque no había ningún número tatuado, lo cierto era que había una cicatriz de quemadura en su espalda lo suficientemente grande como ocultar un número tatuado.
A principios de agosto, Leonardo nos escuchó a Paris y a mí hablar cuando subió a la sala de juntas para hacernos saber que la cena ya estaba lista, y descubrió la existencia de otro animal que hacía llorar a mi amigo, un animal que iba mucho más allá de la incomodidad que él sentía con los gatos, un animal que lo haría correr por su vida si lo llegara a ver frente a él.
—Te vas a reír de mí —me dijo Paris cuando me hizo saber de la existencia de un animal que le atemorizaba más que los gatos.
—No me voy a reír —prometí—, no puede ser tan malo. ¿Hablas de algún insecto?
—No, no, es algo bastante más grande. —Torció la boca—. Los... guajolotes.
Me mordí tan rápido y fuerte la lengua para no estallar en una carcajada, que comenzó a sangrar, respiré hondo y le sonreí—. Los guajolotes pueden ser intimidantes cuando corren. —Le palmeé un hombro.
Me miró entornando los ojos—... Tienes sangre en los labios.
Me pasé el dorso de la mano para limpiarme la sangre—. ¿Y por qué te dan miedo?
—Uhm —, reclinó la cabeza hacia atrás, pegándola a la parte superior de la silla en la que estaba sentado—... a los 7 años, me metí a una granja para robar algunos huevos, uno de los guajolotes se había escapado, y me lo topé cuando estaba por huir con mi botín. —Su rostro se ensombreció—. Esa estúpida ave me persiguió durante toda una maldita hora.
Volví a reprimir una carcajada.
—Gracias por no reírte, cualquier otro lo habría hecho, pero te lo juro, cuando tienes 7 años, un puto guajolote es como velocirraptor.
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Ojos Color Violeta.
General FictionEn un mundo en el que existen algunas personas con habilidades sobrehumanas, Dalila Eisenhide nació con el poder de distinguir a las personas comunes de quienes tienen esas habilidades, y por razones desconocidas, es apresada dentro de su propia cas...