Cap. 69: Una botarga de conejo.

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Capítulo 69: Quien mejor guarda secretos, parte XXIV.

Una botarga de conejo.

Andrés, Aylin, los gemelos y Paris llegaron a Adelfi en el auto de éste último, y pudieron experimentar lo que era estar cerca de la muerte, por todas las ocasiones en que Paris estuvo a punto de chocar con otros autos por lo rápido que iba, los «atajos» y las veces en que se cambió al carril que iba en sentido contrario para rebasar a los autos que tenía enfrente. Cuando llegaron a la casa de los Frayssinet, Andrés y Aylin vomitaron tan pronto se bajaron del auto, al mismo tiempo, los gemelos se apresuraron y tocaron el timbre de la casa.

Una mujer salió un momento después, no abrió completamente la puerta, solo se asomó lo suficiente para ver a las personas al otro lado—. ¿Quiénes son ustedes? —preguntó con miedo.

—Somos miembros del EAI —respondió Cristián con orgullo.

—No sé si lo recordará, pero hace un tiempo tipo llamado Alexander Mariátegui vino a verla —agregó Cristopher.

—... Sí. —La señora Frayssinet abrió la puerta por completo, permitiéndole a los gemelos notar lo hinchados que estaban sus ojos—. ¿Ustedes son personas como el hombre que acompañaba a Mariátegui?

Andrés corrió hacia la puerta cuando escuchó aquello—. ¿Eso significa que Alexander y Elián ya pasaron por aquí? —inquirió con preocupación.

Ella asintió—. El hombre que tenía cicatrices en sus brazos sacó a Anabel de mi casa a la fuerza, Mariátegui quiso detenerlo, pero entonces... —Miró hacia la calle detrás de ellos, con ojos temblorosos—. Mi vecino que estaba pasando por aquí, cayó al suelo, muerto, y el hombre con cicatrices dijo que me mataría a mí si Mariátegui intentaba hacer algo para detenerlo.

—¿Cuánto tiempo tiene de eso? —preguntó Aylin luego de colocarse a un lado de los gemelos.

—Como 45 minutos.

—¡Se llevaron a Anabel Miller! —gritó Paris, todos se giraron hacia él, estaba parado a un lado de su auto viendo hacia los arbustos de la casa de vecina de los Frayssinet.

Un hombre extremadamente delgado, de cabellos castaños y con una barba de varios días, salió de entre los arbustos y miró con terror a Paris—. Mientes —farfulló, miró hacia la señora Frayssinet y dio unos lentos y torpes pasos hacia ella por culpa de sus temblorosas piernas—. Dígame que ese hombre miente, no debieron de habernos encontrado, ¡no tenían forma de hacerlo!

—Pero lo hicieron —dijo Paris con firmeza, captando de nuevo la atención del hombre que supuso se trataba de Nael Halffter—, aún tenemos tiempo de alcanzarlos, el único que iba con Anabel era Elián, seguro deben estar dirigiéndose a la base de los Vestigios de REVENISH, es posible que Alexander este yendo detrás de ellos, y tú —, lo señaló—, seguro sabes dónde está la base de los Vestigios de REVENISH. Se marcharon hace 45 minutos, no tenemos más tiempo que perder, ven con nosotros.

—Yo... bien... iré con ustedes. —Miró de vuelta hacia donde estaba la señora Frayssinet, aunque ésta vez se tomó la molestia de ponerle atención a los chicos que estaban frente a ella, fue entonces que sus ojos se llenaron de lágrimas cuando reconoció a Andrés—. Estás vivo. —El alivio de haberlo visto les quitó la fuerza a sus piernas y cayó sobre sus rodillas, entonces arqueó la espalda y pegó la frente en el suelo—. Gracias a Dios, Andrés está vivo —sollozó.

Andrés, entre incómodo y conmovido, se acercó al señor Halffter y lo ayudó a ponerse de pie para luego conducirlo hasta el auto de Paris, para que los acompañara a buscar a Anabel.

—Lo siento —se disculpó luego de subirse al auto, estando bastante apretado en el asiento de atrás con los gemelos y Andrés—, te prometí proteger a Anabel, y yo...

Ojos Color Violeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora