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Cierro la puerta del desquiciado auto de un portazo y me adentro a la residencia, ahí están todos, incluyendo a Carlisle y Esme, los cuales nos ven a Jasper y a mí extrañados y nerviosos por nuestro humor de perros, Edward viene tras nosotros, ya hicimos de niñera y cuidamos que Edward no fuera de idiota a soltar la lengua con la chica Swan.

—¿Jasper, Jae, qué...— comienza Emmett.

—Dime cuáles son los autos preferidos de Edward y Alice. Ahora.— incluso Emmett se encoge del tono de mi voz, no pierde tiempo y me lleva al garaje, donde todos nos siguen, más que nada para chismear mientras que Edward y Alice hacen un débil intento por detenerme pero los rubios de la familia los detienen más no intentan más al enfrentarse a Jasper. Al llegar, el grandulón señala un Camaro gris como el preferido de Edward y un R8 blanco para Alice, me concentro en ellos dos mientras siento cómo hago que suba la temperatura del lugar, el par que nos metió en aquella situación tan incómoda grita que pare lo que sea que esté haciendo pero no hacen más, simplemente no pueden, no si quieren que Jasper los deje vivir; y así, en menos de cinco minutos, ambos autos explotan en pedazos, elevo barreras de hielo sobre los demás coches y nosotros para evitar daños. Giro hacia dónde están los demás y me fijo en los que causaron todo esto, Rosalie detiene a Alice del brazo mientras que Emmett a Edward y Jasper hace de escudo entre ellos y yo mientras Carlisle y Esme mantienen sus rostros en blanco sin saber qué opinar sobre la situación— Vuelvan a hacer una mierda como esta, y les quemo el garaje entero.

—P-Pero, J-Jae...

—¡No, Alice!— la temperatura se eleva cada vez más— Sabes que detesto a la maldita de Swan al igual que Jasper, ¿y nos mandas con este cabrón a salvarla?

—¡¿Hiciste qué?!— Rose aprieta su agarre en la duendecillo, haciendo que pequeñas grietas aparezcan en su piel de porcelana.

—¡En mi visión ustedes se reconciliaban y...

—¡¿En tu visión?!— ahora siento mis ojos quemar, puedo jurar que el color de mis iris se extendió por mis ojos, haciendo que parezcan dos luces brillantes de distintos colores— ¡¿Eres enferma o qué?! ¡Por una visión no arreglaré las cosas con ella!

—Si le dieras una oportunidad...— dice Edward.

—¿Para qué? ¿Para que quiera saber lo que soy y hacer Dios sabe qué con esa información? Soy el último de mi especie, Edward, y no expondré lo que soy sólo porque tú lo quieras.

—¡Ella no...

—¡No creas que no la he escuchado cuando habla sola, sospecha lo que son y ustedes dos no ayudan!

—¡Niños!— grita Esme, su tono decepcionado hacia el par, quienes bajan la cabeza mordiéndose un carrillo.

—Si ustedes quieren que ella lo sepa, bien, pero no nos arrastren a nosotros.— estoy harto de Edward, lo siento, no soy de esos que mienten mucho menos cuando algo o alguien me desagrada, así que lo siento por Jasper pero no soporto a su hermano, es un rompe pelotas experto.

—¿Y quién lo va a impedir?— el imbécil hace a un lado a los que se interponen en su camino hasta quedar cara a cara conmigo, intentando intimidarme pero no lo consigue— ¿Tú?— se mofa.

—No me provoques...

—¿O qué? ¿Qué harás? ¿Irás lloriqueando con Jasper?

Suspiro de satisfacción al sentir y oír cómo el tabique de su nariz se rompe, mi mano duele un poco por el golpe pero lo aparto de momento, me fijo en el idiota que se sostiene la nariz con una mano mientras me fulmina con la mirada, quiere matarme, no hay duda de eso, pero tres vampiros sobreprotectores se lo impiden, sin contar que uno es un exmilitar, otro es tan gigante y fuerte como un oso y la otra es una rubia. Nunca hagas enojar a una rubia.

Esos Ojos Me Llaman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora