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Suspiro bajo, tomando un trago de la botella de soju que se encuentra en mi mano, sopesando las cosas, cosas en las que no debería pensar, pero que al fin y al cabo hay que dedicarles un minuto ¿no?

Desde que era un niño, sabía que viviría más que un humano normal, sobreviviría a mis padres, mis compañeros de clase, si tuviera hijos sobreviviría a ellos también... Sobreviviría a Hyuk. Cuando llegué a esa resolución, teniendo tan solo doce años, lloré toda la noche, no queriendo creerlo, no queriendo pensar en perder a mi mejor amigo, a mi hermanito... Cuando finalmente se enteró de lo que soy, entendió por qué era tan sobreprotector con él y no me despegaba de su persona ni aunque él me lo pidiera: quería aprovechar cada momento, hora, minuto y segundo que tuviera con él, porque luego, cuando muriera, viviría alrededor de un siglo más antes de seguirlo al mundo de los muertos; por esa misma razón él no se queja de mis tratos, más bien todo lo contrario, los disfruta y se pavonea frente a los demás, sabiendo que sólo él ha podido pasar las barreras que construí contra la sociedad. Esa idea, ese temor mío de perderlo, fue lo que nos hizo aún más inseparables, llegando al punto en que se podía creer que dependíamos emocionalmente del otro, sino llegaban primero a la idea de que éramos una pareja muy amorosa.

Pero me resigné, me resigné a que un día perderé a mi dongsaeng, a que llegará un día en que él me abandone y tenga que cargar con el dolor de su partida hasta que yo también me vaya y me una con él. Me resigné al hecho de perder sus noches de pijamada, todas esas ocasiones en que cocinaba para mí, en perder... Su sonrisa, esa sonrisa que representa al mismo sol, esa misma maldita sonrisa que ilumina mi día y hace sentir que nada irá mal... Me resigné... A perderlo a él...

A perder a Hyuk...

Pero ahora, ese deprimente pensamiento no tiene por qué seguir, teniendo de pseudo familia a un clan de vampiros, esos pensamientos no tenían por qué seguir ahí, no tenían base ni fundamento ya, ahora... Hyuk podría estar conmigo para siempre, sin importar qué.

Por eso, cuando nos mudamos a Forks y conocí a Eric, conforme lo iba conociendo, sentí el mismo sentimiento de pérdida que con Hyuk, porque contrario a Hyuk, Eric no sabía sobre mí y no tenía por qué hacerlo, era sólo un humano ignorante amante de los mangas al que llegué a hacerme cercano y compartir mucho en común, no tenía por qué afectarme... ¿Cierto? Porque... Aún así... Duele el hecho de que algún día Eric ya no estará ahí, que un día ya no irá con nosotros a las convenciones, ya no preguntará por cuál cosplay haremos, ya no se quejará de cuando se pierda algún capítulo de animé... Duele... ¿Es eso normal... ¿O solo soy yo siendo un patético sentimental que se aferra a las personas que se acercan a él?

No lo sé...

Y honestamente no quiero saber.

Sólo...

No quiero perder a nadie más...

—¿Estás bien?— susurra detrás de mí, la preocupación y angustia en su voz.

Asiento una vez, bebiendo otro trago de la botella, el ya conocido ardor del soju quemando mi garganta y bajando por ella, dejando una sensación de ardor y quemazón a su paso. Siento cómo su mano quita la botella de la mía y la deja a un lado en el porche trasero de su casa, lugar donde he estado desde hace horas, dado el hecho de que Hyuk y Eric se durmieron a eso de las diez y deben ser alrededor de la una más o menos; sus brazos rodean mi cintura y su mentón reposa en mi hombro derecho, su fría respiración dando en mi piel descubierta y enviando escalofríos por todo mi cuerpo.

—Parece que cambiamos papeles.— murmura sin diversión— Ahora tú eres el deprimido y yo quien te levanta el ánimo.

Bufo en respuesta, soltando un:— Ya era tu turno ¿no crees?—

Esos Ojos Me Llaman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora