Despierto antes que el despertador suene y suelto un gruñido molesto por quitarme esos preciados minutos de sueño que sé que no serán devueltos hasta la noche, después de unos segundos haciendo un pequeño berrinche me pongo de pie y busco un cambio de ropa en el armario antes de irme al baño y tomar una caliente ducha. Salgo del baño con una sudadera negra con el conejo de Playboy estampado en el costado izquierdo, pantalón de mezclilla azul oscuro ceñido y botines negros con la suela blanca. Alisto la mochila, guardando una bolsa de frituras dentro, y bajo a desayunar, no se oye nada en la casa más que mis pasos, no hay más que silencio por el lugar y eso es suficiente para saber que ambos salieron, papá a trabajar y mamá seguramente a comprar algo que olvidó anotar en la lista. Me siento en la mesa y a un lado del plato encuentro una llaves junto a un post it, lo despego de la superficie de madera y leo su contenido.
«Sé que estarás dormido, pero afuera hay una sorpresa para ti, por no haber armado un escándalo y una disculpa por irnos así de pronto. Sé que estás enfadado y no nos perdonarás pronto, pero quiero que sepas que te quiero, hijo, y que me esforzaré al cien para demostrarte que no hicimos este cambio por nada.
Te quiere, tu papá.»
Encajo mi mandíbula con fuerza, hago a un lado mis emociones, no quiero pensar en eso, no en este momento al menos, y termino mi desayuno; subo las escaleras a cepillarme los dientes y tomar la mochila, al bajar de nuevo, observo con recelo las llaves. ¿Qué clase de sorpresa será esta? Si resulta ser que me llevarán a un internado voy a enloquecer. Pero no, en cuanto salgo y aprieto el botón, las luces del amado BMW que vi ayer se encienden y entiendo todo.
—No es cierto...— inspecciono el interior del vehículo, asientos de cuero negro, todo perfectamente limpio, reluciente, brillante, y ese olor... Ese olor a nuevo es maravilloso. Pero para mi tristeza no puedo estar todo el día aquí, así que con renuencia y mis gafas de sol puestas, me dirijo a la escuela encendiendo el motor.
No es muy difícil encontrar la escuela, literalmente lo dice en un jodido cartel: "Escuela de Forks". Estaciono frente al primer edificio que veo, el cual tenía un cartel que decía "Oficina Principal". Suspiro de satisfacción al sentir ese choque entre frío y calor en cuanto salgo del auto calentito, ya es costumbre esta sensación y siempre es igual de satisfactoria. El interior del edificio era más luminoso y cálido que el exterior, donde unas enormes nubes grises tapaban todo el cielo y el sol de proveer cálidos rayos solares, por lo que no es de sorprender el inmenso frío que hace; la oficina era tan pequeña como el edificio dejaba a la imaginación, apenas y había lugar para unas cuántas sillas para lo que hacía la sala de espera, con trofeos y folletos pegados en la pared sin ningún orden específico y una horrenda alfombra con motas naranjas cubría el suelo. Gracias a un mostrador la habitación se dividía en dos, donde detrás de éste había tres escritorios. Una mujer pelirroja rolliza con lentes se encuentra en uno de ellos.
Carraspeo una vez y es más que suficiente para llamar su atención.
—Disculpe que la interrumpa,— empleo mi mejor sonrisa coqueta, la cual nunca falla— pero soy Lim Jaemin y...
—¡Oh, por supuesto!— y cayó— Precisamente estaba esperándote a ti y a la chica Swan— hago una mueca interna al oírla nombrarla—, aquí tengo tu horario de clases y un mapa de la escuela.
Y así pasamos los próximos cinco minutos donde ella señalaba con un resaltador de un chillón rosa el mejor camino para llegar a clases sin el menor inconveniente posible.
—Muchas gracias.
En cuanto salgo, veo la enorme Pickup estacionarse detrás de mi auto y a Swan mirarme con molestia, por los rasguños en sus pantalones es más que obvio que se cayó.
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Esos Ojos Me Llaman
VampireCuando la familia Lim se mudó, su hijo Lim Jaemin nunca pensó que mudarse a un pequeño y alejado pueblo como Forks les traería tantos problemas, sobre todo si hablamos de cierto chico rubio con cara de sufrimiento y su familia tan pálida como el pap...