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Entrecierro los ojos, mirándolos a ambos con enojo, sobretodo al menor, sintiéndolo como algún tipo de traición al relacionarse con aquel ser que no merece que le den ni la hora.

—¿Qué significa esto, Lee Minhyuk?— se encoge ligeramente ante mi tono, pero no retrocede.

—Hyung, sólo...

—No. Tuviste los cojones para hacer esto a mis espaldas. Ahora los tendrás para decirme a la cara qué mierda pretendes.

Sí. Estoy furioso, colérico incluso. De eso no hay duda y, de hecho, me sorprendería si Minhyuk no se lo esperara.

El oji esmeralda traga duro, respirando profundo antes de contestar:— Estuvimos hablando, hyung... Y estamos de acuerdo en que Edward no sería de mucha ayuda con su don, pero sí lo sería protegiéndome, detectando los pensamientos de cualquiera que esté a poca distancia de nosotros.— habla rápidamente, sabiendo que en cualquier momento puedo irme, para no pagar mi rabia sobre él.

Miro de uno a otro, la ira no cede y tampoco quiero que lo haga, ¿cómo se le ocurre hacer esto? No lo entiendo, de verdad no lo hago.

Respiro hondo, un suspiro escapándose, antes de soltar:— ¿Sabes qué? Haz lo que se te dé la jodida gana, a ver quién recoge los pedazos cuando este infeliz repita sus acciones, Minhyuk.—

—Hyung...— da un paso hacia mí, pero yo lo igualo, manteniendo la distancia entre nosotros.

—No, nada de hyung, Lee.— baja la mirada, dolido— ¿Con qué cara me vienes con esto, después de lo que pasamos hace menos de un año? ¿Ah?

Ambos se remueven, el peli naranja incómodo y el otro culpable, ambos recordando con perfecta exactitud los acontecimientos. Edward le dedica una mirada de disculpa al menor, pero éste no la ve, manteniendo sus ojos ahora cristalizados por las prontas lágrimas fijos en mí.

—Pero, hyung, si escucharas...

—¿Para qué? Ya lo tienen todo decidido ¿o no?— me dirijo a la cama a tomar mi celular, así como los auriculares— Eso sí.— lo miro con seriedad, una que hace que Minhyuk trague— Le dirás a Jasper, Minhyuk, y no seré tu escudo. Después de todo, lo tienes a él.— y con un gesto despectivo señalo al pelos de escoba antes de irme, sin intenciones de oír a ninguno.

















































—Aquí estabas.

Me abstengo de rodar los ojos, sólo mirándolos con hastío.

—No estoy de humor.

—¿En serio? No se te nota.— alzo una ceja, mirando en su dirección con cero humor en mi rostro— Bien, bien.— alza ambas manos con inocencia— Sólo bromeaba.

Desvío mi mirada, mirando con aburrimiento.

—¿Tenías que traerlo? Me está fastidiando.

—¡Oye!

Pero además de eso, ambos se suben a la misma rama donde me encuentro, sentándose a mi lado, el rubio a mi izquierda y el peli negro a mi derecha.

—Ya sabemos.— me anuncia, una sonrisa tensa, igualando a una mueca, en su rostro.

—¿Él te lo contó?— cuestiono.

—A duras penas,— se encoge de hombros— pero sí.

Asiento con la cabeza, sin decir más, sólo quedándonos en silencio por un rato, Embry observa maravillado nuestro lugar apartado en el bosque, echándole un vistazo a cada planta, árbol y criatura que nos rodea.

Esos Ojos Me Llaman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora