Inhalo profundamente y exhalo, el aire saliendo de mis pulmones para ser reemplazado por oxígeno limpio. De esta manera, calmando mis nervios y ansiedad, la calma antes de la tormenta. Aprieto mis manos en puños mientras los sigo, de esta manera activando el brazalete de Jas, con el rubio a mi derecha y mi abuelo a la izquierda, siguiendo su paso.
—¿Preparado, pequeño Jae?— miro de reojo a mi abuelo, está mirando al frente, su rostro estoico, sin ninguna expresión o gesto que delate si siente alguna molestia o alguna emoción en general; voltea a verme por el rabillo del ojo un segundo, su mirada suavizándose en ese corto tiempo.
—Jamás.— encajo mi mandíbula, la adrenalina esperando el momento perfecto para recorrer cada parte de mi cuerpo. Mi cuerpo está en tensión, en espera de lo que ocurrirá en el futuro cercano, y no es el único, el bosque, hasta el aire, todo está en tensión, percibiendo mi sentir y demostrándolo, compartiéndolo, y adivino que también el de mi abuelo o el ambiente no estaría así de inquieto— Acabemos con esto.
Siento cómo Jasper entrelaza sus dedos con los míos, tomándome de la mano, y deja un suave y reconfortante apretón allí.
Comenzamos a andar, desde el patio de la residencia Cullen, hasta el lugar en donde la masacre ocurrirá.
Llegado un punto, nos detenemos, el clan vampiro rodeándome, en posiciones de combate y rostros inexpresivos, preparados para atacar, para acabar con la amenaza que se presentará en cuestión de poco tiempo; mientras la manada permanece oculta detrás de nosotros, tras una enorme roca que les sirve de escondite, mi abuelo emplea el elemento tierra y yo el agua para ocultar a los pocos integrantes de la manada que sobresalen de la roca.
Lleno mis pulmones de aire, aire limpio y fresco, pero también gélido, y observo cómo éste sale en forma de bruma. La anticipación y la adrenalina se hacen presentes de nuevo, así como la impaciencia, impotencia... Todos aquellos sentimientos, emociones, que quiero sacar de mi sistema, drenar fuera de este.
Miro un momento a mi abuelo, también me mira, pero sus ojos brillan de un fuerte verde esmeralda, idéntico al de sus iris, igual que dos luces en medio de la noche, señal de que está empleando el elemento tierra. Le devuelvo el gesto, sintiendo calor en mis ojos un segundo, adivinando que brillan de igual manera sólo que de naranja y azul, para luego ambos acabar con la luminiscencia, hacer que paren de brillar, para volver la mirada al frente.
—¿Pueden verlos?— inquiere Carlisle en voz baja, no habiendo necesidad de alzar la voz dado que podemos escuchar perfectamente bien.
Nos dirige miradas de reojo a mi abuelo y a mí, sin desviarse ni un segundo a Alice, dado que ahora los lobos son parte del futuro cercano de nosotros, ella no puede ver nada relacionado con la manada, y los neófitos están relacionados con ellos ahora.
Mi abuelo y yo intercambiamos una mirada antes de conectarnos al elemento tierra y recorrer la distancia necesaria hasta aquel grupo salvaje y descontrolado, pudiendo observar lo desordenados y maniáticos que están, su frenesí, y el cómo siguen el rastro de sangre que trasaron Swan y Hyuk, guiándolos hacia nosotros. Corto la conexión y vuelvo al campo de béisbol con el clan, sorprendido con lo que he visto, y preocupado al mismo tiempo.
—¿Jaemin?— es Emmett esta vez.
—Son más...— murmuro, mirando el verdoso pasto— Alrededor de cuarenta, tal vez cincuenta si lo prefieres.
—Pero... Alice dijo que eran veinte.— repone Rose, dirigiendo miradas de reproche a la duende, la cual baja la mirada, culpable.
Jasper gruñe, mientras que mi abuelo también vuelve al presente, presenciando lo que ocurre a nuestro alrededor.
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Esos Ojos Me Llaman
VampirgeschichtenCuando la familia Lim se mudó, su hijo Lim Jaemin nunca pensó que mudarse a un pequeño y alejado pueblo como Forks les traería tantos problemas, sobre todo si hablamos de cierto chico rubio con cara de sufrimiento y su familia tan pálida como el pap...