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│ ✐; CAPÍTULO DIECINUEVE
│ ┆ ✐; AROMA A JAZMINES
╰─────────────────— Ya va, Esther. Quédate tranquila que estás haciendo un desastre. Primero, añade la mantequilla lentamente para integrarla con la masa. Mezcla bien; integra cada ingrediente. —instruyó doña Isabel, preparando su propia comida; llevaban quince minutos hablando por videollamada, intentando preparar algo decente—. Luego, amasa usando un rodillo. No olvides enharinar o se va a pegar.
— Ojalá me hubieses dicho que hacer pan de jamón¹ es difícil.
— Te lo dije. Pero como estás empeñada en hacer lo que quieres, realmente me ignoraste. —repitió, sonriente—. Apuesto que te habría sido más fácil comprarlo por ahí, ¿no? Pero la señorita quería hacerlo para enseñárselo a esos amigos tuyos españoles. Avísame cuando degusten mi receta; se chuparán los dedos.
— No habrá degustación si no me dices qué viene después. Ya está extendida la masa, ¿ahora qué? ¿Pongo las tiras de jamón y tocino? ¿Debería preguntarles si quieren las aceitunas? No. Que se lo coman porque así se come. —Esther esparció los ingredientes con calma, manteniendo toda concentración sobre dicha decoración; mientras tanto, veía a doña Isabel haciendo lo mismo—. ¿Y mi abuelo?
— Está viendo un partido de fútbol. Pero ¿dónde está Sabela? Tengo mucho tiempo sin oír esa bonita voz suya. —alegó.
— Fue por ahí con un amigo.
Marcaban las cuatro y media de la tarde, estaba culminando la primera semana de diciembre. Como siempre, llovía a cántaros. Xoel quería hacerle compañía mientras preparaba recetas venezolanas, pero tenía demasiado trabajo en su oficina. Sabela, aunque amaba cocinar, por ahora solo parecía interesada en comer cualquier cosa. Fue así como Esther y su abuela Isabel pasaron dos horas hablando, horneando tranquilamente aquel delicioso pan que olía fenomenal.
— Déjalo enfriar antes de picarlo. —añadió su abuela.
— Ya está. Por ahora, solo he hecho este de prueba; cuando prueben, entonces sabré cuántos hacer para Navidad y Año Nuevo. Quiero preparar también torta negra², ¿podrías ayudarme?
— Pero tú sabes hacerlo a la perfección.
— Quiero que quede muy perfecto. —sonrió.
Doña Isabel no pudo negarse. Quizás, fue porque Esther estaba esforzándose muchísimo por mostrar su cultura; tal vez, se sentía fascinante enseñarle recetas caseras a la muchacha. Le dictó varios ingredientes necesarios para preparar torta negra, añadiendo que, si realmente buscaba perfección, no debía faltarle ninguno. Fue tiempo suficiente hasta picar el crujiente pan de jamón, y empezó a brincar mientras exclamaba: «¡se ve delicioso, mira!», recibiendo honestas felicitaciones de su orgullosa abuela.
Colgó minutos después. Esther estaba tan emocionada que colgó aquellas fotografías en redes sociales, posteando: «¡Navidad, ven hermosa Navidad!», mientras continuaba saltando por ahí. Había probado el pan de jamón y confirmó cuán delicioso sabía, pronto invitando a los españoles para, al menos, darles de comer. Xoel tenía tanto trabajo que preguntó si podía acercárselos más tarde.
Fue entonces que obtuvo su dirección.
Por supuesto, jamás había considerado preguntarle dónde vivía. Buscó cuán lejos estaba, descubriendo que su departamento estaba a unas pocas cuadras y podría llegar caminando sin ningún problema. Esther accedió porque, bueno, quería conocer su hogar. Xoel parecía entusiasmado por haber recibido aprobación. Los demás gallegos, fascinados tras oír «comida» entre tantas palabras, arribaron; Breixo había comido tres pedazos, fascinado; y Estevo estaba quitando disimuladamente las aceitunas, pues las detestaba.
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Todo por cinco euros
RomanceEsther nunca pensó que encontraría el amor en Pontevedra gracias a una simple pregunta: «¿podrías permitir que te admire por cinco minutos si te pago 5€?», y él, un desconocido de ojos azules, contestó: «negociemos, ¿cuánto me pagarías si me quedo a...