Capitulo 15

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Julliette

Durante mucho tiempo sostuve la idea de que aveces, y aunque nos cueste, lo mejor es olvidar el ego y solo seguir una orden de vez en cuando para que luego no salgas afectada tu misma. En este caso, detesto estar quieta y callada como si no tuviera ganas de matar a cada uno de los idiotas que me tratan mal en el barco.

Pero prefiero mucho más salir a la cubierta un rato y poder descansar mi cabeza de una vez por todas. Era un alivio temporal que me venia muy bien.

El pirata ignorante me había dado esa opción, hacer el papel de niña obediente y salir tres horas a diario,  personalmente creo que voy a aceptarlo. No es que me agrade, por supuesto.

De hecho estaba cumpliendo con mi horario libre de encierro precisamente en este momento. Hoy el día estaba un poco mas nublado que ayer y me gustaba. Me senté en un pequeño barril que remplazaba el trabajo de una silla, era bastante cómodo a decir verdad.

Susan me había traído la merienda hace unos cuantos minutos, un té con pan y miel, le estoy muy agradecida ya que se acordó que ayer le comenté que yo amaba la miel con todo mi ser; mi gusto por esta surgió cuando un guardia encontró una colmena gigantesca de abejas en el jardín del castillo y extrajo toda la miel que pudo antes de sacarlo de ahí. Fue la miel mas deliciosa que probé, y esta que me trajo Susan no se queda atrás.

Por otra parte, según un lema que decía mi abuela a menudo, puedes sacar a la princesa del castillo pero no al castillo de la princesa, mi costumbre de merendar o desayunar mientras escucho todos los rumores y chistes no se había ido y los inútiles piratas no solo no sabían cerrar la boca sino que tampoco sabían regular su tono de voz.

Me fue muy entretenido enterarme de muchas cosas, algunos ejemplos son que cabe la posibilidad de que un traidor espía de otra tripulación nos esté acompañado en el Alba, que hay un nuevo tripulante un poco extraño y callado que subió antes de que yo fuera secuestrada, que Isaac tiene una gran inseguridad hacía sus sumamente asquerosos pies —cosa que descubrieron gracias al desleal de su loro —, que Luka nació con el don de saber tocar muchos instrumentos sin que nadie se lo enseñara —cosa que en lo personal dudo mucho — y que ya estamos a solo horas de llegar a La Palmera.

Yo tenía rotundas ganas de llegar a esa isla, quería pisar tierra firme luego de tantos días. Y me daba curiosidad que era lo que les emocionaba tanto a los tripulantes de llegar a ese lugar. Ya me había maquinado la cabeza de que seria un lugar sucio y desordenado típico de esta clase —sin clase— de marinos.

[...]

No encontré palabras exactas para describir lo bien que se sintió para mi cabeza sentir que el barco paro, eso significaba que ya habíamos llegado solo me faltaba confirmarlo cuando vinieran a sacarme de mi habitación. No me malinterpreten, lo único bueno que pude sacar de toda la situación en la que estoy metida desde hace un tiempo es que cumplí mi sueño de navegar, no bajo las circunstancias que hubiera preferido pero la verdad es que el mar cumplió toda clase de expectativa. Pero al ser mi primera vez me mareé un poco y me canse de estar viendo las mismas personas no deseadas a diario.

Me pare y me acerque a la ventanilla y pude ver como los piratas se amontonaban en un costado mientras esperaban que terminaran de abrir las puertas y ubicar la escalera o rampa para bajar.

Se escuchaba mucho bullicio de una gran muchedumbre de personas, me alegre al percibir voces no solo masculinas, sino que mujeres en lo que parecía la pequeña playa o costa que tenia un pequeño puerto de madera.

Mi Mayor TesoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora