En el corazón de las tinieblas

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La desembocadura estaba bloqueada por un negro cúmulo de nubes, el apacible canalizo que conducía a los más remotos rincones de la tierra fluía sombrío bajo un cielo cubierto, parecía conducir hacia el corazón de una inmensa oscuridad.

El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.

Protegida por un sol benévolo, la humanidad vive en un sistema planetario plácido y tranquilo, ignorando que este vasto y salvaje Universo esconde horrores que exceden todo lo racionalmente imaginable.

Más allá del agujero de gusano hay un objeto que brilla en la noche del espacio con inusitada soberbia. Al otro lado del portal cósmico, existe un quásar que todo lo rige y todo lo ordena. Ese odioso monstruo tiene algo malicioso e inquietante, pues bajo su luz oscura e inhumana, un nauta decente podría llegar a cometer las más terribles atrocidades, ya que hay algo perverso en él que empuja al mal.

La luz del quásar ilumina un mundo de infinitas tragedias, pesadillas y muerte. Ese temible y activo abismo devora las estrellas, engullendo sin prisa las que van quedando atrapadas en las proximidades de su tela de araña de gravedad.

De vez en cuando, el brillo del quásar aumenta levemente durante apenas un segundo. Sabemos entonces que la bestia terrible ha destruido algún objeto de tamaño mediano, de la masa de la Tierra, el planeta madre del sistema planetario al que quizás nunca podré regresar.

Una ominosa cohorte de estrellas gigantes rojas lo rodea, adornándolo como un collar de rubíes sangrientos. Algún día también las devorará —como lo hace con todas— para desmenuzarlas e incorporarlas a un disco de acreción que se precipita lenta e inexorablemente hacia el abismo. Mientras, por sus polos escapan en direcciones opuestas dos chorros mortales de partículas aceleradas a velocidades relativistas.

Bajo la insana luz del quásar, yo vi morir a los nautas de las formas más inhumanas. Muertes aterradoras y abominables cuyo recuerdo —aunque el Espacio sabe que lo he intentado— nunca podré olvidar. Durante muchos años viví en aquella atmósfera enfermiza y nauseabunda, en la que muchos nautas enloquecerían de puro terror, y que aún hoy me persigue y me tortura en mis peores pesadillas.

El quásar (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora