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Los recuerdos de la noche anterior le hicieron recobrar por completo la consciencia. Su mente se aclaró y se sentó, abriendo los ojos de golpe e intentando enfocar a su alrededor. El brillo le obligó a volver a cerrarlos, llevando sus manos para quitar los rastros de sueño que pudiera tener.

Se preocupó en sobremanera cuando no reconoció el lugar donde ahora se encontraba, y se asustó más al percibir que se encontraba totalmente solo. Comenzando a sentirse sofocante dentro de la habitación que únicamente tenía un puerta, una ventana y un armario, de inmediato se puso de pie, buscando la manera de escapar, pero no la había. La puerta, aunque únicamente podía verlo de un lado, se notaba que era sumamente gruesa y resistente. Pronto se vió cuenta que la ventana estaba sellada, vió a través de ella, y miró la cuidad de Inglaterra.

Los recuerdos comenzaron a abundar en su mente, llevándolo al borde del pánico. Donde estaba Sasuke? Donde estaba Kelly? Qué hacía él allí?

La respuesta de la tercera pregunta llegó tan rápido que tardó en similarla en su mente. Lo habían secuestrado? Pronto la respuesta lo hizo sentirse idiota pero estaba más preocupado por otra cosa. Dónde estaba Sasuke? No había llegado a casa en la noche. Le habría pasado algo? Dónde estaba Kelly? Ella nunca permitiría que le pasará algo. No le pasó nada, verdad?

Sus propias preguntas comenzaron a ponerlo más nervioso de costumbre y se obligó a relajar. Se golpeó las mejillas con algo de fuerza y respiró profundo. Unos minutos más tarde, se sintió mejor y pudo pensar con claridad.

Primero, más que nada, no era la primera vez que había sido secuestrado, así que podía saber lo que pasaría a continuación:

El que lo secuestró probablemente sea un hombre feo y viejo que lo quiere por su belleza, y a juzgar por lo que recuerda, no se le haría nada raro si se tratara de ese Lord Madara. Antes del tercer día, Kelly lo encontraría y los sacaría a ambos de allí, sanos y salvos, lejos de cualquier hombre que quisiera aprovecharse de él. Luego de eso, ocurriría una guerra donde tomen el lugar y matarían al malvado, liberando a las personas del cautiverio y serían reconocidos como los salvadores del pueblo.

Aunque, si era posible, él podía recolectar información, escapar por sí mismo e incluso matar al malvado. Nunca le había gustado matar, pero si tenía que hacerlo para defenderse, lo haría.

Por lo tanto, comenzaría a buscar cosas útiles para su posible escape. Primero más que nada, cambiarse de ropa, aún llevaba la túnica y la camisa debajo de ésta, se sentía muy expuesto. Al remover en el armario, encontró ropa más abrigadora y se sintió un poco... extraño.

Había varias telas distintas y tuvo dificultad en encontrar ropas apropiadas ya que eran mucho más grandes de lo que deberían ser. Después de un poco de esfuerzo, logró ponerse algo cómodo, de colores que pudieran esconder con mayor facilidad, y sobre ella, la túnica que llevaba puesta desde un principio.

No encontró nada en el cuarto que pudiera ser de ayuda. Y estaba algo desilusionado ya que siempre llevaba una aguja larga en su cabello con la que usaba para escapar, pero ésta vez no la llevaba ya que se la quitó cuando se peinaba. Solo quedaba esperar.

Pese la puerta estaba exageradamente gruesa, pudo distinguir los pasos de unos... dos soldados, a juzgar por las vibraciones que sentía por el suelo. Es una habilidad que requiere mucha concentración, práctica y entrenamiento, le ha resultado útil en diversas situaciones. Ojalá no hubiera estado tan distraído para no haber percibido los pasos de los hombres que lo secuestraron.

La puerta se abrió, entrando de inmediato (cómo esperaba), a dos soldados que no dudaron en escoltarlo fuera de la habitación. Recorrieron los largos pasillos y él se fue memorizando todo el lugar mientras seguía el paso de los guardias. Podía fácilmente escapar de ellos, pero debía procurar permanecer sereno ya que desconocía el terreno.

El amor de un doncelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora