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Estaba jugando en el agua, el elemento fluía a través de su cuerpo mientras disfrutaba el día soleado de la mañana. Hacía un día maravilloso y él necesitaba un baño relajante y reparador de energías.

Luego de un gran rato, decidió volver a su casa, donde su mamá estaría esperándole de que volvería de jugar, tenía a sus dos padres, y muchos amigos. Su mamá es paciente, amable y le consiente muchisimas cosas.

Se estaba poniendo las sandalias para volver cuando sintió que lo apresaron por detrás. Forcejeó inmediatamente ya que no sabía quienes lo estaban atacando, intentó darles patadas pero se cansó luego de que lo lastimaran y lo metieron a un saco, dónde se sintió un poco asfixiado y temeroso por no saber que estaba pasando. Antes de dormirse, escuchó las voces de tres hombres...

Sintió de nuevo el soplo de la naturaleza y se levantó precipitado, sentándose casi de un salto para ver a su alrededor. Se encontraba en un pequeño claro en medio de los árboles, suficiente espacio para un pequeño campamento. Que irónicamente, "había".

En el centro del lugar, había un fuego y varios palos clavados en el suelo e inclinados hacia el fuego para que se cocinarán los pescados que había en cada palo. Tres palos. Tres pescados. Pero eso no fue de tanta importancia.

Lo que realmente llamó su atención era el doncel que cocinaba los pescados. Un hermoso doncel de cabellos dorados como el oro, puntiagudos y caídos de forma salvaje, brillantes ante la luz del sol, con una piel tostada muy hermosa, parecido a la miel que dan las pocas abejas del lugar. Lo más impresionante eran sus ojos azules, brillantes y profundos que le recordaban el color llamativo del cielo. Ojos que le miraron cuando despertó y de inmediato los azules se llenaron de calidez al verle a salvo.

-Te encuentras bien pequeño?-

En ese momento, fue consiente de su situación, hace tiempo indefinido había sido robado por tres hombres, lo metieron a un saco y ahora estaba frente de un doncel muy hermoso, más no parecía tener la voz de esos hombres.

-No te preocupes por esos hombres malos. Estás a salvo-

No pudo evitar sacar sus sentimientos por medio de las lágrimas. Había estado muy asustado, no sabía que había pasado o a dónde le llevaban pero no eran buenos y seguramente nunca volvería a casa. Todos sus temores junto con el alivio de encontrarse bien le hicieron llorar. Sintió el abrazo de su salvador y se dejó consolar por ese desconocido tan bello que se enfrentó a esos hombres, solo para salvarlo.

Naruto decidió consolar al niño por medio del abrazo, acariciando sus cabellos y su espalda para que sacara todas sus emociones. No le importó que se manchara su ropa, al fin y al cabo a eso se dedicaba, a ayudar a las personas y en especial a los pequeños, ya que aún no pueden defenderse solos y son los más vulnerables. Pudo verse a través de ese niño hace 15 años cuando se enteró que su padre murió y el reino donde vivía habían sido tomados por un hombre codicioso por el poder y las riquezas.

El llanto del niño duró varios minutos, para después pasar a sollozar y finalmente su cuerpo dejó de temblar por el miedo y la descarga de emociones. El pequeño se sentía cómodo entre los brazos del doncel, pero volteó a mirarlo y analizar mejor el aspecto de su salvador.

-Te sientes mejor?- le preguntó el doncel de forma maternal

-Sí- respondió tímidamente, el doncel le resultaba muy lindo, por no decir el más lindo que había visto

-Mi nombre es Naruto. Cuál es el tuyo?-

-Saki- respondió y en ese momento su estómago rugió por comida. No recordaba la última vez que había comido.

-Tienes mucha hambre?- le preguntó el doncel y asintió -Desde hace cuánto que no comes?-

-No lo sé- respondió y de nuevo su estómago rugió

El amor de un doncelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora