TENGO QUE IRME

Despedida

Ese mismo día teníamos que volver, nuestro vuelo era a las cinco de aquel domingo.

Me desperté y lo primero que hicimos fue desayunar, en cuanto termine subí rápidamente a mi habitación.

Cerré la puerta con seguro, busque mi mochila a toda velocidad, agarre el libro lo abri.

Cuando tenía la carta en mis manos me deslice por la pared para sentarme, en el sobre decía;

Seguro que cuando te de esto te haya dicho que lo leas cuando ya no seamos lo que somos. Pero por favor, no me hagas caso, léelo en cuanto lo tengas.

Suspiré, cerrando unos momentos los ojos. Los volví a abrir para abrir el sobre.

Danae.

Mereces todo lo bueno que pase en tu vida. A alguien que te ame día y noche, las veinte cuatro horas del año. Que ame tus ideas locas para tus libros, que te escuche. Que te ayude a cambiarte en tus borracheras. Pero sobre todo que te ame por lo que eres. No te puedo prometer una vida a tu lado. Aún soy joven, estoy confundido. Me gustas como no tienes una idea. Pero eres mi mejor amiga, estoy asustado. Yo seré un héroe para ti. Puedo ser lo todo lo que necesites. Me has enseñado a ver la vida diferente a los demás. Has estado ahí cuando las demás personas no han estado. Me has visto incluso cuando era invisible.

No se si sientas lo mismo que yo, tengo miedo, Dan. Aunque las estaciones cambien siempre te querré. Pasé lo que pase. Me pregunto si también sueñas conmigo. Aquí estoy yo abierndo mi corazón, no se si esto ya es muy largo y romántico, incluso tengo más que decir. Pero si tu quieres, si tu también lo sientes buscame.

Siempre que quieras hablar conmigo estaré para ti. No importa si es de madrugada o estemos en el otro lado del mundo.

Te amo, Dan.

Mi corazón latía a mil por hora. No podía creer lo que acababa de leer.

No sabía que hacer. Así que hice lo que mi yo de dos años haría, me cambie y baje.

—No me acorde de ir a comprar unas cosas, espero y no les moleste estar aquí solas y solo —les dije apresurada, incluso no les dio tiempo de decirme nada.

Sabía que no estaba en casa de su papá, así que me apresuré a llegar a casa de Jade.

Estaba sudando por todas partes.

Guarde la carta en mi bolsillo y toque la puerta.

—¡Jade, que bueno verte! —le sonreí —. ¿Esta Zac? Es que tengo que hablar con el de algo.

—Si, si —contestó confundida —. Pasa le dile que lo esperas en el patio.

Camine y la casa de Jase era muy elegante. Me senté en una silla en espera de Zac. Mi pierna subía y bajaba.

—Holaa.. ¿Que pasa?

Se sentó delante de mi, dejo de sonrei luego de que le enseñará la carta.

—¿Por qué? ¿Por qué hasta el día de mi cumpleaños me la diste? ¿Por que no antes?

—Yo... No supe que hacer. Como dije estaba confundido y asustado.

—Te lo dije Zac, ¿por que me dijiste nada ese día? Sabías que me gustabas y te quédaste callado.

—Me confundí más, ¡¿Si?! Eras mi mejor amiga, te quiero más aque nada, no quería perder tu amistad.

—Luego el día de tu accidente —aparte mi mirada de él —. Me dejaste ir.

Me pare dándole la espalda. El también lo hizo parándose delante mío.

—¡Es lo que querías!

—¡Quería que me dijeras que me quedara!