TENGO QUE IRME

Cosas buenas y malas

Octubre

I mes después

Había dos cosas: una buena y una mala.

La buena: tenía un perfecto cien en el proyecto.

La mala: ese día era mi cumpleaños, y nadie  ni mis padres me habían felicitado.

Habia estado muy nerviosa de presentar mi proyecto, incluso me pasé toda la tarde con Oscar, venía agotada.

Al parecer nadie estaba en casa aún. Saque mis llaves de la mochila para luego de abrir, encender las luces.

Cuando lo hice se escucho por toda la casa un: ¡SORPRESAAAAA!

Di un salto, creo que se me había bajado la presión. Cuando me recupere casi todo el mundo estaba allí. Mis padres, una que otra persona de la familia, Oscar, Noe, una que otra compañera de clase y... Zac.

Ese día parecía estar más atractivo de lo normal.

El se apresuró a caminar hacia a mi.

—¿No creíste que me había olvidado de tu cumpleaños, o si? —me pregunto, abrazándome.

—Si —conteste yo, abrazandolo.

Cuando nos separemos los que estában en la casa me felicitaron.

—Fue idea de Zac —me informó mi mamá —. Todo el mes pasado estuvo organizado esto.

Me gire a Zac quien encogió los hombros. El camino hasta Oscar quien estaba en el otro extremo, mientrqs tanto, Sophia mi prima se acerco a mi.

—Para ser solo mejores amigos no se les nota.

—¿Eh?

—Llevas conociéndolo más de diez años, ¿por que no se lo dices?

—No se de qué me hablas.

—Me lo confesaste el día de mi cumpleaños —me entre cerro sus ojos.

Me puse colorada. Zac me miró fruciendo su ceño.
Nunca me había gustado festejar mi cumpleaños, siempre era un pequeño pastel y ya.

Mi familia se quedaría ese fin de semana en casa. Estaba mi abuelita sentada en el sillón, cuando me senté con ella. Ella me extendió su mano.

—Esto es para ti —abri la cajita morada que ahora tenía en mis manos, era un collar con un corazón.

Abrace a mi abuelita, agradeciéndole.

Me pare en busca de quien me lo pusiera. Llegue hasta el patio donde estaba mi prima, su novio, mis compañeras, Noe, Oscar y Zac.

Me senté delante del último señalandole que si me lo ponía, el asintió a lo que me gire tomando de mi cabello. Casi al instante ya tenía el collar colgado en mi cuello.

—¿En que momento hicieron esto? —pregunté intrigada.

—Aproveche que en la mañana no tuve clases, además también me Ayudo Noe y tu mamá —me contestó Zac.

—Mientras que mi trabajo fue distraerte —sonrió Oscar bebiendo de un vaso de plástico.

La mayoría de metió de nuevo a mi casa mientras que Zac y yo nos quedamos afuera.

—Mia padres tuvieron que salir de viaje por el trabajo pero te mandaron esto —Zac saco dos cajita de su bolso, una era dorada miéntras que la otra azul, en la azul que era la de sus padres era una pulseras con diges de lo que me gusta, mientras que en la otra era un collar y una hoja doblada en varias partes—, creo que tu abuela y yo tenemos ideas similares —tomo el collar poniéndolo en mi cuello —. Esa hoja es una carta. Que tienes que leer por si algún día ya no somos lo que somos.