—¿Estás segura de lo que estás haciendo? —Beth me mira desempacar lo poco que traje conmigo.
—Cien por ciento segura. Solo será por unos días. Gracias por recibirnos, prometo no molestar y aportare parte para la despensa— ella niega—. Necesitaba un pequeño espacio para respirar y acomodar todo el lío en mi cabeza.
—Es que no creo sano el salir corriendo.
—Ni tampoco el guardarnos todos. Hemos hecho todo lo contrario a lo que habíamos pactado, ahora soy yo la que intenta probar la distancia para sanar.
—Una parte de mí piensa como mamá— frunzo el entrecejo y ella levanta las manos—. No de tal manera, pero si de que lo mejor es que permanezcan juntos.
—Siento algo Beth. Aquí— me señalo el pecho— no se que sea, si es bueno o malo. Por eso tome esta decisión. Necesito hacerlo—hablo con el nudo en la garganta—, quiero días lejos de casa para pensar, quiero analizar las cosas y quiero que seas la mejor amiga que siempre has sido. Mantente imparcial por favor, como siempre lo haz hecho.
Asiente despacio y me estrecha entre sus brazos.
Cuatro malditos días han pasado. Solo hemos hablado por llamada y mi orgullo no me ha permitido pararme frente a la casa de su hermana.
Esa noche que la deje en casa, cuando volví ya no estaban las dos. Extraño a mi hija y como se que mi suegra la cuida por varias horas ahí es donde la he visto.
Intento respetar ese espacio que me ha pedido pero es complicado, es terca y eso me mata. No he trabajado como lo normal, no estoy rindiendo. Extraño despertar con ella a mi lado a pesar de lo poco que nos comunicábamos en el último tiempo.
Recargo la cabeza en la silla y cierro los ojos. Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo reviso, es un mensaje de texto de parte de Alesh.
Acorde nuestra cita con la doctora para este Jueves. Los dos lo necesitamos. Confirma por favor.
No dudo en responder porque necesito verla. Saber si la esta pasando igual de mal que yo.
Estaré ahí.
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Exilio
RomansaLos finales siempre sorprenden, aunque estén escritos desde un principio.