¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dante no quiere quitar el dedo del renglón por lo que fue su familia, me imploró que dejáramos atrás este proceso pero yo ya lo tenia bien fijo. Me mantengo firme a la decisión y siento el apoyo de los que me rodean.
No le veo otra razón para seguir a su lado, mi único enfoque una vez firmado el papeleo será mi hija. No quiero dejarla que viva en un ambiente hostil y sin amor, donde no este cien por ciento segura que ahí quiero estar. Nos toca vivir de la mejor manera y sanar los dos corazones rotos. Estoy recogiendo cada fragmento con miedo de volver a herirme e intentando que Olive le afecte lo menos posible.
Las puertas del despacho de abren y todos se levantan.
—Bienvenida señora Esposito— frunzo el ceño mirando entre todos los que están presentes. Que incomodo momento.
—Buen día— es lo poco que sale de mi boca.
Miro a la izquierda y me encuentro con Dante.
Su cabello cae detrás de sus orejas. Se ve desaliñado y exhausto, no dejo de repararle las media lunas debajo de sus ojos. En cambio yo, intento parecer fuerte, de negro con un precioso vestido. Lista para iniciar una nueva etapa, aunque todo sea una farsa en mi cabeza.
—¿Estamos listos? —su abogado nos guía.
—Sí — digo firme.
Quedamos frente a frente, mi casi ex esposo no habla y su mandíbula se balancea, está perdido y sin poner atención a lo que nos indican. Damos comienzo a la lectura y llenado de peticiones.
Dante me ha ofrecido la casa en la que vivíamos, pero me niego a aceptarla. No quiero revivir malos momentos allí, y quisiera que Olive no se quede con la idea de que su papá estará de vuelta. Me quedare con las pocas cosas que lleve ahí y si Dante se decide en venderla se ira a un fideicomiso para los estudios de nuestra hija.
Es mi turno primero. Cojo la pluma y me veo apoyada por mi abogado, levanto la mirada y me encuentro con los ojos tristes del que de ahora en adelante es mi ex esposo.
Reúno el valor suficiente para firmar, darle fin a casi cinco años de matrimonio y concluir el proceso sobre la custodia de nuestra hija. Resumiendo en custodia compartida. Los dos estaremos involucrados en su educación, en su bienestar.
Soy un mar de sentimientos, quiero desbordar en llantos y sollozos, quiero salir huyendo y encerrarme en mi habitación. Quiero acabar con el dolor que llevamos cargando. Me pellizco para volver a la realidad, Dante no quiere firmar y solo veo sus dedos temblar.
Levanta el mentón y me suplica que acabe con esto, pero hago todo lo contrario, le sostengo la mirada. De una manera severa mi silencio le exige que continué.
Lo hace. Firma y en cada paso de hoja cierro los ojos aliviada.
Los segundos transcurren con lentitud y para cuando caigo en cuenta el papeleo queda terminado. Todos nos levantamos.