Capítulo 14. Como los de un animal...

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Una de las tres respiraciones de la habitación comenzó a ser irregular y pesada. Finalmente, una risa broto de los labios de Roy sin una pizca de gracia. Era la risa de alguien que estaba a punto de perder la cabeza. Giré mi cabeza y vi que apenas podía mantenerse en pie, no dude ni un segundo y acerque mi mano hacia el tembloroso cuerpo de mi amigo para evitar que cayera, pero mi mano fue rechazada de un manotazo.

-Oye, oye ¿Estas bien? –pregunto Gris observando la escena y rompiendo el silencio. En seguida de que ella se acercó, él se alejó asustado.

–No te me acerques y tú tampoco. –dijo mirándome recelosamente con las manos temblorosas y borrando completamente su sonrisa. En su lugar, mantuvo en su rostro una mirada desorienta y alarmada –Ya me han causado muchos problemas en lo que va del día. Yo solo quiero irme a casa. –aquello ultimo salió de su boca casi en un sollozo. Parecía un cachorro herido. Mí corazón dolió.

–Roy yo... Déjame –Parpadee para tratar de mantener a raya las lágrimas que comenzaban a picar en mis ojos de la desesperación. Lo que menos quería era meterlo en esto, que ni yo comprendía que era. Sola sabía que lo quería a salvo.

–Tienes que calmarte antes de irte a casa Leroy. –intervino nuevamente Gris, intentando esta vez con un tono de voz suave y cauteloso. Todos estábamos asustados y nerviosos, sin embargo, ella era la que estaba teniendo un mejor control de la situación.

– ¡Cálmate tú! –grito. Rápidamente comenzó a hurgar en sus pantalones y sudadera con dificultad gracias a su brazo. Finalmente encontró sus llaves y salió como un rayo de la sala. Sus pasos apresurados hicieron crujir los cristales en el suelo.

–Roy espera, por favor –dije caminando tras de él. El viento frío golpeo mi torso desnudo. Instintivamente lleve los brazos a mi pecho para cubrirme mientras un sonrojo inoportuno aparecía en mi rostro. –Solo déjame, solo déjame explicarte porque yo no te ... – detuve mis pasos al verlo detenerse en seco frente a mí. Se giró despacio y me miro enfadado. Trague saliva y espere el golpe.

–No quiero escucharte, ya te lo dije. –corrió los últimos pasos que le quedaban hacia la vieja Brígida que, por primera vez, arranco sin problema alguno y se marchó del lugar dejando un rastro de humo. Sin duda, hubiera preferido el golpe.

Perdón, Roy

(...)

La voz cantarina de mi madre no dejaba de invitarme a ser parte de una conversación cuyo tema desconocía y que quería mantener así por un buen rato. De mi boca solo salían monosílabas como respuesta. Estaciono el auto frente a la escuela mientras la escuchaba soltar un suspiro.

–¿Quieres que venga a recogerte cariño? –ella sabía perfectamente que la respuesta era. Ya había trascurrido dos semanas desde lo sucedido con Roy, Gris y el lobo demoníaco. Asentí sin ganas y bajé del auto –De acuerdo, nos vemos más tarde.

Mi mamá hacia esta misma pregunta todos los días, como mero sondeo sobre el avance de una posible reconciliación con Roy. Por supuesto no le conté que casi nos mata una cosa que no sabría cómo catalogar, sin embargo, se le hizo extraño a mi madre no ver a Roy revoloteando al día siguiente y al siguiente y al siguiente de este, en casa... hice lo que mejor hago últimamente y mentí, minimizando la situación a una simple discusión. Hasta ahora, la más larga de todos nuestros años de amistad.

–Sí, conduce con cuidado. –Sonreí con los labios cerrados y caminé en dirección al edificio frente a mí.

Por supuesto que muchas veces me topé con Roy y traté de hablar con él, y todas esas mismas veces fui ignorado por él. Con Gris sucedía lo mismo, únicamente nos limitábamos a intercambiar miradas incomodas de vez en cuando en clases.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2023 ⏰

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