Capítulo 11. Maldito Exorcismo.

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Parpadeé atónito, claro que era ella. Pero una muy diferente a la chica solitaria que caminaba por los pasillos con la mirada gacha y los libros contra su pecho. Las cosas comenzaban a tener sentido. Los cristales; no habían explotado por una tormenta, sino por Gris. Ella era la verdadera tormenta. Una que me sacudió e hizo que temblaran los cimientos de mi cordura desde la primera vez.

Respiraba de manera pesada y ruidosa como si fuera un toro furioso. La mire de abajo hacia arriba sin perder detalle de las largas garras que salían de sus dedos, hasta llegar a su boca que lanzo un gruñido dejándome ver perfectamente unos enormes y amenazantes colmillos asomarse por sus labios.

Y sus ojos, ¡Por Dios! Eran el dorado más intenso que jamás vi. Era casi como ver oro líquido, ni siquiera tenía con que comparar aquel brillo. Estaba seguro que el sol ardería en celos de tan solo presenciar el espectáculo que emanaban aquellos imponentes orbes.

No podía despegar los ojos de aquella aterradora, pero asombrosa escena. Un segundo rugido me saco de mi trance, casi de inmediato y en un auto reflejo, mi cuerpo reacciono listo para salir corriendo y salvar mi trasero. Sin embargo un alarido lleno de dolor fue lo único que pude hacer. Me estremecí al encontrar el lugar del cual venia el dolor. Justo en mi pierna derecha, una enorme herida, me recordó lo vulnerable que era ahora. Levante la cara justo al mismo tiempo que Gris volteaba a la defensiva buscando al dueño del lloriqueo. Su rostro se volvió un poema en cuanto me vio, sus ojos se abrieron al igual que su boca dejando escapar un jadeo; como si al verme le hubiesen dado un golpe, de esos que te dejan sin aire (y me encantaría decir que la razón, era que provocaba ese efecto en las mujeres y seres sobrenaturales).Y en un segundo, sus ojos dorados se esfumaron, dejando ver su habitual gris.

-¿Velkan? –temblé. Su voz sonó distorsionada, dio un paso hacia mí e instintivamente retrocedí hasta sentir el frio de la pared rosar mi espalda. La expresión en sus ojos se tornó dolida y casi de inmediato quise disculparme, porque una vocecilla en lo más recóndito de mi ser, me decía que ella no estaba aquí para hacerme daño.

En un parpadeo su cuerpo fue lanzado con brutalidad contra los casilleros del otro lado del pasillo por un cuerpo mucho más grande.

-¡GRIS! –mordí mi labio con fuerza y me arrastre por el frío suelo buscando algo que pudiese usar como un arma y ayudarla, y no ser el inútil espectador herido.

Un estruendo me hizo saltar en mi lugar y obligarme a ver que sucedía. Gris se encontraba en cuclillas, con el cabello revuelto y una mirada feroz que trasmitía todo, menos miedo. El lobo gruño furioso y se lanzó contra ella. Pareció predecir sus intenciones porque lo esquivo rápidamente y le dio una patada voladora en el hocico como si fuera una súper ninja. Aprovecho la distracción, y remato con su codo en el costado izquierdo y como si no pesara nada, lo lanzo contra un pilar a unos metros atrás de ella.

-¿Velkan? –la voz rasposa y desorientada de Roy fue como música para mis oídos en medio de todo este caos. Seguía acostado en el suelo medio inconsciente– ¿Por qué todo da vueltas? –balbuceo.

-¡Tienen que salir de aquí! –la escuche gritar de manera agitada y distraída. Levante la cara asustado, pero ella esquivo mi mirada y en cambio, clavo sus ojos en el cuerpo casi inerte de Roy – ¡YA! –asentí eufórico a pesar de que ella no estaba mirándome. Me arrastre hasta llegar a Roy.

-¡Roy! –lo sacudí de los hombros, pero él apenas y abrió los ojos –¡Roy!–golpee levemente su mejilla y respondió con un quejido. No era suficiente. Una bola de fuego comenzó a formarse en mi pecho y en un ataque de desesperación, levante mi mano y le plantea una bofetada que apuesto, recordaría hasta su tercera reencarnación – ¡REACCIONA CON UN DEMONIO LEROY! –casi sonreí al verlo reaccionar.

Entre BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora